Vidas ejemplares
“La historia es increíble pero ocurrió y acaso no una vez, sino muchas, con distintos actores y con diferencias locales. En ella está la cifra perfecta de una época irreal y es como el reflejo de un sueño o como aquel drama en el drama que se ve en Hamlet.” El Simulacro. Jorge Luis Borges.
Fiel a su estilo provocador el Flaco disparó la pregunta que consagró Américo Barrios “¿no le parece?” y desencadenó evocaciones que estaban ahí, latentes, como los recuerdos bellamente narrados por Silvia acá, en la entrada anterior.
Sumida en saudades nos descubre sus recuerdos de arcanas vidas sentimentalmente enlazadas por un momento feliz de la Historia, sucedido por el desconsuelo.
El azar quiso que su abuelo, nacido en el ‘24 llevara el mismo nombre que el General, el amigo de Américo Barrios que aparece junto a él en la foto que colgó el Flaco en esta entrada.
Ni bien la vi a Silvia le comenté que su evocación del viejo Juan Domingo, su Abuelo, y la escena de aquel disquito verde con aquella quebrantada voz que el tocadiscos naranja reproducía dificultoso me recordaban a las escenas que Borges interpretó en “El simulacro”.
Pensé en si aquella niña pistolera no había sido acaso testigo de aquella historia de amor, representada con distintos actores y con diferencias locales.
Pensé en si el Juan Domingo real que ella, imperceptible, observaba ahogar sus penas en alcohol no era uno de los tantos enlutados y en si la voz de la renunciante no era, quizás, la de una de las muñecas a las que refiere Borges:
“¿Qué suerte de hombre (me pregunto) ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico?... El enlutado no era Perón y la muñeca rubia no era la mujer Eva Duarte, pero tampoco Perón no era Perón ni Eva era Eva sino desconocidos o anónimos (cuyo nombre secreto y cuyo rostro verdadero ignoramos) que figuraron, para el crédulo amor de los arrabales, una crasa mitología.”
Al respecto Café Azar apuntó que alguna vez le hicieron notar a Borges que, siendo él tan antiperonista sin embargo había logrado, captar el carácter sentimental de esta construcción dramática encarnada en el drama vivido por multitudes. Como pocos había interpretado la lógica de sus representaciones, de su eficaz manera de reproducir las identificaciones entre Perón y Evita y el pueblo peronista.
Irónico el viejo vate respondió: ¡Caramba! de haberlo sabido no lo hubiera escrito.
Ya es tarde. Lo hizo. Pero ¿qué importa si no lo hubiera hecho él?
Otros como Silvia, a través del ejercicio del observar-narrar lo han hecho. Han descubierto como acá Sandra Russo esta curiosidad bien Argentina.
Hernán Cazzaniga
Fiel a su estilo provocador el Flaco disparó la pregunta que consagró Américo Barrios “¿no le parece?” y desencadenó evocaciones que estaban ahí, latentes, como los recuerdos bellamente narrados por Silvia acá, en la entrada anterior.
Sumida en saudades nos descubre sus recuerdos de arcanas vidas sentimentalmente enlazadas por un momento feliz de la Historia, sucedido por el desconsuelo.
El azar quiso que su abuelo, nacido en el ‘24 llevara el mismo nombre que el General, el amigo de Américo Barrios que aparece junto a él en la foto que colgó el Flaco en esta entrada.
Ni bien la vi a Silvia le comenté que su evocación del viejo Juan Domingo, su Abuelo, y la escena de aquel disquito verde con aquella quebrantada voz que el tocadiscos naranja reproducía dificultoso me recordaban a las escenas que Borges interpretó en “El simulacro”.
Pensé en si aquella niña pistolera no había sido acaso testigo de aquella historia de amor, representada con distintos actores y con diferencias locales.
Pensé en si el Juan Domingo real que ella, imperceptible, observaba ahogar sus penas en alcohol no era uno de los tantos enlutados y en si la voz de la renunciante no era, quizás, la de una de las muñecas a las que refiere Borges:
“¿Qué suerte de hombre (me pregunto) ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico?... El enlutado no era Perón y la muñeca rubia no era la mujer Eva Duarte, pero tampoco Perón no era Perón ni Eva era Eva sino desconocidos o anónimos (cuyo nombre secreto y cuyo rostro verdadero ignoramos) que figuraron, para el crédulo amor de los arrabales, una crasa mitología.”
Al respecto Café Azar apuntó que alguna vez le hicieron notar a Borges que, siendo él tan antiperonista sin embargo había logrado, captar el carácter sentimental de esta construcción dramática encarnada en el drama vivido por multitudes. Como pocos había interpretado la lógica de sus representaciones, de su eficaz manera de reproducir las identificaciones entre Perón y Evita y el pueblo peronista.
Irónico el viejo vate respondió: ¡Caramba! de haberlo sabido no lo hubiera escrito.
Ya es tarde. Lo hizo. Pero ¿qué importa si no lo hubiera hecho él?
Otros como Silvia, a través del ejercicio del observar-narrar lo han hecho. Han descubierto como acá Sandra Russo esta curiosidad bien Argentina.
Hernán Cazzaniga
4 comentarios:
"Juan José Saer: Sin embargo, leyendo en "El hacedor", se descubre un pequeño relato, casi un poema en prosa, "El simulacro" ¿lo recuerda?
Jorge Luis Borges: Sí, eso se lo oí contar a un señor en Corrientes y a otro en Resistencia. Y como esas personas no estaban políticamente de acuerdo, supongo que el hecho era real. Pero si ese cuento es una defensa del peronismo, entonces -para usar una frase no muy original- me cortaría la mano con la que lo he escrito.
JJS: No, yo no creo que ese cuento sea una defensa del peronismo. Pero es una explicación muy sensible de circunstancias particulares y de un episodio que estaban sucediendo en el país. Porque el cuento termina con una frase que para mí es muy significativa. Dice: "el crédulo amor de los arrabales...".
JLB: Sí, es cierto. Pero no creo que el crédulo amor de los arrabales justifique la complicidad del centro. Creo que es otra cosa. Yo puedo respetar el crédulo amor de los arrabales, pero no tengo por qué respetar a un señor que se hizo peronista porque le convenía y además hacía continuamente bromas sobre Perón para que no creyeran que era un imbécil.
JJS: Lo curioso es que el cuento logra dar una imagen real del peronismo, sin ningún ti po de hostilidad, y rescata cosas que en el peronismo eran verdaderamente positivas.
JLB: Bueno, lo siento mucho, pero si he escrito el cuento, quién soy yo para interpretarlo. Pero nunca había pensado en eso. Al escribirlo pensé que era una anécdota muy curiosa y que además era cierta, y que en el caso de que no hubiera sido cierta merecería ser inventada ¿no? Pero, habiendo tantos temas en el mundo ¿por qué hablamos de política, que es el tema que menos domino y en el cual me dejo llevar por pasiones? Y que yo veo, además, como un problema ético. Usted ha visto que yo tengo una preocupación ética. Cuando estuvimos hablando sobre Baudelaire, Dostoievsky, Poe..."
Encuentro de Juan José Saer con Jorge Luis Borges (15 de junio de 1968) Nota completa en http://eljineteinsomne.blogspot.com/2008/08/una-entrevista-jorge-luis-borges-jj.html
Me encanta -entre otras - la frase de Borges diciendo (preguntándose) "¿Quién soy yo para interpretarlo? (al cuento que el escribió).
Die Verneinug en alemán significa negación
(ya que me persigue el Alzehimer traigo esta expresión germana tan cara al psicoanálisis, ese arte interpretativo o literatura dialogada con diván y aires de clínica: narrada entre alguien que se aviene a pagar para que otro lo escuche y ese otro que especula frente a él -con sus relatos, sus yoes y por supuesto su dinero)
Café destaca en este diálogo entre Borges y Saer el encanto de una respuesta expresada como interrogante: "¿Quién soy yo para interpretarlo? (al cuento que el mismo escribió).
Es candorosa, simuladamente candorosa, fruto del ingenio irónico y acorde a la idea de simulacro del texto de referencia. Bien sabe Borges que todo relato es interpretación que toda lectura vuelve a interpretarla.
Sin embargo Borges, quizás no haya advertido cuanto de peronista tiene toda este enunciado en el que antes se pregunta retórico: "¿por qué hablamos de política, que es el tema que menos domino y en el cual me dejo llevar por pasiones?"
Tal vez en alguna parte este abrazado con el Mono Gatica, diciéndole "yo político... que va a ser? si siempre fui antiperonista.
Quedara para alguna nueva sinfonia compuesta por Leonardo Favio la del encuentro entre estos dos modos de sentir tan argentinos.
Hernán
Si bien, en toda la entrevista Saer y Borges hablan de política, este último subraya que es un tema en el cual "me dejo llevar por las pasiones". Nada mas claro sobre el carácter sentimental que significa adoptar determinadas posturas "políticas". Justamente Favio entendíó a peronismo como una sinfonía del sentimiento. Nada mas alejado de lógicas y racionalidades habermasianas. Suena políticamente incorrecto pero ilumina una dimensión que pocos aceptan. Borges (lúcido) también apunta al uso que se ha hecho del "crédulo amor de los arrabales". De eso sabemos mucho en el universo peronista.
Elemental mi querido Feca.
Si Gatica, por su procedencia social, su profesión, su adhesión política... representa a ese subsuelo de la Patria identificada con las ingenuas creencias de amor propias de los arrabales, no es menos cierto que el Borges -que así los identifica- representa por procedencia social, profesión, rechazos políticos... la imagen del primero en un espejo invertido.
Los Sarmientinos hablarán de la oposición civilización vs barbarie. Tal vez se trate de dos dicciones o modos diferentes de entonar las mismas pasiones, los mismos aprecios y desprecios con los que se amasan las identidades colectivas. Con las que opera la lógica de los reconocimientos.
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