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Variable como La Luna

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Desde el plenilunio de fin de año, ciclotímica, la luna sigue menguando con marcada tendencia al apagón.
Mientras tanto la entrada anterior concluía con una suerte de celebración, una invitación a beber, reír y bailar porque la diversión sólo terminará cuando la luna se apague, dice el canto festivo con que cierra La Luna, Ópera en dos actos compuesta por Carl Orff.
En Carmina Burana el espíritu variable de la que rueda alrededor de la tierra y determinante de nuestros destinos es comparado con el rodar de la mismísima Fortuna, la Emperatriz del Mundo.
Carl Orff recupera en esta obra el espíritu de los poetas goliardos.
Se llamaba Goliardos a clérigos y pícaros estudiantes universitarios que vagabundeaban por la Europa del siglo XIII.
Precursores de cierto espíritu libertino fueron considerados en su tiempo unos demonios. Precisamente la palabra Goliardo refiere a la figura del diablo o demonio y la Iglesia, siguiendo su milenaria costumbre, los condenaba por apartarse del modo de vida decente.
Y vale la pena recordarlos en estos tiempos en los que un tal Benedicto ocupa el sillón de San Pedro, porque sabido es que San Benito, en el Siglo VI, estableció las reglas benedictinas que debían regir la vida en los monasterios para aprovechar la luz diurna y determinar con precisión el tiempo de orar, laburar y estudiar.
Es decir, de joder ni hablar.
Gracias a sus poemas satíricos los Goliardos nos dieron a conocer su descontento con el espíritu eclesial imperante en los claustros monacales. Celebraron los placeres mundanos que, en las tabernas eran disfrutados por los hombres del pueblo.
Cantaron al vino, a las mujeres. Festejaron sacrílegos el amor y el juego. Rindieron culto a la Fortuna, que sabían era, variable como la Luna. Que como ella, sin cesar, crece o desaparece… como nos enseña el primer movimiento, ¡Oh! ¡Fortuna!, de Carmina Burana.

(Haciendo click aquí accedes al texto completo de Carmina Burana en idioma original y una traducción al español que, si querés podés leer mientras la escuchás en la versión coral del video de abajo –dura una hora y once minutos)


UC Davis University Chorus, Alumni Chorus, Symphony Orchestra, and the Pacific Boychoir perform Carl Orff's "Carmina Burana," at the Mondavi Center on the campus of UC Davis. Jeffrey Thomas, conducting, Shawnette Sulker, soprano, Gerald Thomas Gray, tenor, and Malcolm MacKenzie, baritone. Series: Mondavi Center Presents [6/2007] [Arts and Music] [Show ID: 11787]
Hernán Cazzaniga

Alunizaje Bloguero o el magnetismo de la Luna

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En estas provisorias entradas, iluminadas por el azulado plenilunio de fin de año, y cuando ya la luna mengua, seguimos hablando de ella, desde los distintos lenguajes artísticos y continuaremos adelante, con otros temas cuando su brillo sea nulo, siguiendo los sabios consejos de un anciano italiano.
En este derrotero en torno a la luna, otro cibernauta dejó su huella con forma de entusiasta comentario.
Ya antes Mario Arkus, de él se trata, había dejado en este blog emotivos y perspicaces comentarios acá y acá. Ahora provino de otro de sus mundos, el de la Ópera, quizás atraído por la misma fuerza magnética que empleara Cyrano en su viaje a la Luna y dejó aquí testimonio de algunos de los encuentros entre el planeta Ópera y la Luna.
Por su bitácora sabemos que el 5 de diciembre de 2009 estuvo viendo la nueva producción del Theater an der Wien, de Viena: la opera "Il mondo della Luna" (1777) con música de Franz Joseph Haydn y libreto de Carlo Goldoni e informa que se trata de una Comedia de engaños -cercana al estilo de Moliere- donde también toca el tema de la astronomía y la vida en el satélite, como la precursora novela de Cyrano.


También en ese documento de viajero refiere a las ridiculizaciones de que fuera objeto el Dr. Franz Mesmer por parte de Mozart en su Ópera Così fan tutte.
Arkus nos recuerda que al igual que Cyrano, Mesmer fue atraído también por la cuestión del magnetismo, como lo revela su tratado sobre la influencia de la Luna y los planetas sobre los cuerpos. Pero a diferencia de Cyrano, que empleó la fuerza magnética para conducir su cápsula a la Luna, Mesmer hallará en ésta un poder terapéutico.
El mesmerismo se inscribe en la tradición intelectual de Paracelso, médico, astrólogo y alquimista del siglo XVI, quien postulaba que la tierra era un gran imán y propiciaba terapias magnéticas y creía firmemente que el “imán es el rey de todos los secretos.”
Si bien en 1777 la real sociedad francesa de medicina dio por ciertos los poderes sanatorios de las curaciones magnéticas que practicaba el abad Le Noble, rechazó al poco tiempo el tratado sobre magnetismo animal de Monsieur Mesmer. Para él los astros poseen magnetismo e inciden sobre el sistema nervioso de los seres humanos cargándolos con esa energía.


Pero ese magnetismo difiere del ferroso y lo empleaba como terapia curativa basada en pases energéticos, algo similar a las imposiciones de mano empleadas hoy en el Reiki.
Muchas de las llamadas terapias alternativas que se practican en la actualidad se fundan en un discurso energético, por ahí andan nuestros amigos orgones, en las sierras cordobesas, tratando que fluya libre por los cuerpos la energía orgónica aplicando las enseñanzas de Wilhelm Reich, el discípulo de Freud, que la descubriera estudiando la neurosis.
Pero volviendo al derrotero operístico señalado por Arkus, encontramos allí otra señal de los encuentros de la Luna con el mundo de la Ópera
Se trata de los dos actos compuestos por Carl Orff en 1939 basados en un cuento de los Hermanos Grimm. La Luna como se llama esta Ópera es una historia con moraleja que trata de cómo se creó, nos dice Arkus, y trata de como fue robada para iluminar un poblado, para acabar colgada en el cielo por San Pedro como se ve en el video del final que vamos a escuchar mientras esperamos que comience el espacio operístico que conducirá el propio Mario Arkus em FM universidad. Queda, pues sonando la canción final, la moraleja, de esta obra del autor de Carmina Burana.


Hernán Cazzaniga