Ubi sunt

Carlos A. Manus publica acá un ramillete de letras en las cuales al ritmo del 2 x 4, los recuerdos tallan la misma fórmula de arrabal: “el dónde están”…
Manus llama la atención sobre esta obstinación tanguera por una fórmula empleada ya por los clásicos latinos, trajinada en el medioevo y que renovara Jorge Manrique, aquel que la memoria escolarizada asocia con las extensas Coplas por la muerte de su padre: Magistral referencia poética a lo provisorio de la existencia, es decir de aquello que alguna vez tuvo significación y que, si acaso perdura lo hace a través de su evocación, ese sentir que su pluma vertió con la nostálgica melancolía heredada por poetas tangueros siglos más tarde.

Cito alguna de las citas citadas por Manus, para compartir estas evocaciones de arrabal nomás:

En “Puente Alsina”, Benjamín Tagle Lara se pregunta ¿Dónde está mi barrio, mi cuna querida?/ ¿Dónde la guarida, refugio de ayer?…

Dice Alfredo Le Pera en “Recuerdo malevo” …Tiempo viejo,/ caravana/ fugitiva,/ ¿dónde estás?…
Enrique Cadícamo se interroga en “El cantor de Buenos Aires” …¿Dónde estarán los puntos del boliche aquél,/ en el que yo cantaba mi primer canción… /y aquellos patios donde pronto conquisté/ aplausos tauras, los primeros que escuché? ¿Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,/ el pardo Augusto, Flores y el morocho Aldao…

E inquiere en “Tres amigos” …¿Dónde andarás Pancho Alsina?/ ¿Dónde andarás Balmaceda?…/Yo los espero en la esquina/ de Suárez y Necochea…

Y en “Palais de Glace”se pregunta …¿Qué fue de aquella rueda de amigos?/ ¿dónde están?/ ¿Qué se hizo de mi romántico amor…/ Palais de Glace?…

Y se pregunta en “Aquellas farras” (“Argañaraz”): …Qué habrá sido de esa barra/ bravucona y trensillera,/ que tanto dio que hablar/ por su guapear./…/ Y del loco Puentecito/y del zurdo Altamirano/ No los he vuelto a ver,/¿dónde andarán?…

En “Barrio de tango”, Homero Manzi evoca …Barrio de tango, luna y misterio,/ calles lejanas, ¿cómo estarán?/ Viejos amigos que hoy ni recuerdo,/ ¿qué se habrán hecho?, ¿dónde estarán?/ Barrio de tango, ¿qué fue de aquella, Juana la rubia, que tanto amé/ ¿Sabrá que sufro, pensando en ella,/ desde la tarde que la dejé?…/ Barrio de tango, luna y misterio,/ ¡desde el recuerdo te vuelvo a ver!…

Manuel Romero, en “Tiempos viejos”, se formula los interrogantes … ¿Dónde están los muchachos de entonces?/ barra antigua de ayer, ¿dónde está?/ …/ ¿Dónde están las mujeres aquellas,/ minas fieles de gran corazón…
En “Nada”, interroga Horacio Sanguinetti …¿Dónde estás, para decirte/que hoy he vuelto arrepentido a buscar tu amor?…

En “Miriñaque” Alberto Mastra se pregunta …¿Dónde están, dónde se han ido/ mis tiempos queridos?/ ¿Dónde están los carreteros/ del puerto arenero?/ Dónde está mi barrio Norte?/ ¿Dónde está Pepo el cantor ,/ el Resero, La Tablada,/ el rosarino Taboada,,/ dónde están, quién los llevó…?…

En “Mis amigos de ayer” José María Contursi inquiere … ¿Dónde están mis amigos,/ mis amigos de ayer?/…/¿Se perdieron tal vez/ por un rumbo sin luz,/ sin destino… sin fe?…

En “Qué habrá sido de Lucía”, se pregunta Leopoldo Díaz Vélez …¿Qué habrá sido de Lucía, tan mía?/ ¡Y tanto como la amé!… E inquiere en “Boliche de cinco esquinas” …La piba que me quiso con un amor sincero,/ y aquellos compañeros de andanza, ¿dónde están?/ Pregunto muchas veces con hondo desconsuelo,/ si tanto los recuerdo, ¿por qué no vuelven más?…

Cátulo Castillo no contesta las preguntas que se formula en “Café de los angelitos” …¿Tras de qué sueños volaron?/ ¿En qué estrellas andarán?/ Las voces que ayer llegaron/ y pasaron, y callaron,/ ¿dónde están?/ ¿por qué calle volverán?…

Y deja también sin respuesta a las que indaga en el vals “Caserón de tejas” …Barrio de Belgrano/ caserón de tejas/ ¿Dónde está el aljibe?,/ ¿dónde están tus patios?,/ ¿dónde están tus rejas?…

En “Tinta roja” describe su inquietud…. ¿Dónde estará mi arrabal?/ ¿Quién se robó mi niñez?/ ¿En qué rincón, luna mía,/ volcás como entonces/ tu clara alegría?…

Esa evocación idealizada del pasado fue sintetizada admirablemente por Aníbal Troilo en las palabras de introducción a su tango “Nocturno a mi barrio”:

Mi barrio era así, así, así…
Es decir, …qué sé yo si era así,
pero yo lo recuerdo así…



Pero permítanme volver a Manrique y hacer notar entre los versos de las célebres coplas éstos que nos invitan a contemplar “cómo se pasa la vida” y “cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor.” y la advertencia del poeta de que “… si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado.
Sin embargo, lejos está la posibilidad de mentar como un tiempo mejor a aquellos sucesos evocados en estos días posteriores a los idus de Marzo. No los del asesinato del César, sino los hechos vividos hace ya tres décadas cuando dictadores más recientes se entronizaron.
Como en las primeras marchas en las que participé en la Plaza de Mayo, a la salida del Nacional, allá por el 81, resuena en aquel histórico lugar el mismo reclamo con la misma pregunta: que digan: ¿dónde están?
Más allá de la cínica respuesta de Videla y la omertá militar y de los civiles que los acompañaron, la pregunta aún busca la respuesta. No tiene por afán evocar por evocar nomás. Tal vez porque lo no venido no quedó en el pasado. Está en el presente de cada nieto que recupera o al que se le niega su identidad. Está presente en cada madre o padre, en cada familiar o amigo del barrio o compañero de la fábrica o de la Universidad o… que logra dar con la verdad de un cuerpo inerte o de un relato que lo ubica en el lecho del río... que descubre ahora sí lo que pasó.
En aquellos primeros años de acompañar las vueltas a la pirámide aprendí quienes se robaron mi niñez, ya nunca más fui inocente, ni creí en la inocencia de buena parte de la sociedad.
Tal vez por eso, si bien añoro el arrabal y su tiempo mágico del picado en la plaza, de la barra de la esquina, de algunas caricias nocturnas, cuando emerge el Ubi sunt sé que refiere a otras cuestiones que no son metafísicas y siguen exigiendo Justicia.
Hernán Cazzaniga

Variaciones infinitas 3

Vaya una a saber porqué en las vísperas de escribir algo, el libro se abrió en esta páginas, donde el cuento comienza diciendo......
Las hojas del ciprés.
Tengo un solo enemigo. Nunca sabré de qué manera pudo entrar en mi casa, la noche del 14 de abril de 1977. Fueron dos las puertas que abrió: la pesada puerta de calle y la de mi breve departamento. Prendió la luz y me despertó de una pesadilla que no recuerdo, pero en la que había un jardín. Sin alzar la voz me ordenó que me levantara y vistiera inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio destinado a la ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí. Era menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza. Al cabo de los años no había cambiado; sólo unas pocas hebras de plata en el pelo oscuro. Lo animaba una suerte de negra felicidad. Siempre me había detestado y ahora iba a matarme. El gato Beppo nos mirabas desde su eternidad, pero nada hizo para salvarme. Tampoco el tigre de cerámica azul que hay en mi dormitorio, ni los hechiceros y genios de los volúmenes de Las mil y una noches. Quise que algo me acompañara. Le pedí que me dejara llevar un libro. Elegir una Biblia hubiera sido demasiado evidente. De los doce tomos de Emerson mi mano sacó uno, al azar. Para no hacer ruido bajamos por la escalera. Conté cada peldaño. Noté que se cuidaba de tocarme, como si el contacto pudiera contaminarlo.
En la esquina de Charcas y Maipú, frente al conventillo, aguardaba un cupé. Con un ceremonioso ademán que significaba una orden hizo que yo subiera primero. El cochero ya sabía nuestro destino y fustigó al caballo. El viaje fue muy lento y, como es de suponer, silencioso. Temí (o esperé) que fuera interminable también. La noche era de luna serena y sin un soplo de aire. No había un alma en las calles. A cada lado del carruaje las casas bajas, que eran todas iguales, trazaban una guarda. Pensé: Ya estamos en el Sur. Alto en la sombra vi el reloj de una torre; en el gran disco luminoso no había guarismos ni agujas. No atravesamos, que yo sepa, una sola avenida. Yo no tenía miedo, ni siquiera miedo de tener miedo, ni siquiera miedo de tener miedo de tener miedo, a la infinita manera de los eleatas, pero cuando la portezuela se abrió y tuve que bajar, casi me caí. Subimos por unas gradas de piedra. Había canteros singularmente lisos y eran muchos los árboles. Me condujo al pie de un de ellos y me ordenó que me tendiera en el pasto, de espaldas, con los brazos en cruz. Desde esa posición divisé una loba romana y supe dónde estábamos. El árbol de mi muerte era un ciprés. Sin proponérmelo repetí la línea famosa: Quantum lenta solent inter viburna cupressi.
Recordé que lenta, en ese contexto, quiere decir flexible, pero nada tenían flexibles las hojas de mi árbol. Eran iguales, rígidas y lustrosas y de materia muerta. En cada una había un monograma. Sentí asco y alivio. Supe que un gran esfuerzo podía salvarme. Salvarme y acaso perderlo, ya que, habitado por el odio, no se había fijado en el reloj ni en las monstruosas ramas. Solté mi talismán y apreté el pasto con las dos manos. Vi por primera y última vez el fulgor del acero. Me desperté; mi mano izquierda tocaba la pared de mi cuarto.
Qué pesadilla rara, pensé, y no tardé en hundirme en el sueño.
Al día siguiente descubrí que en el anaquel había un hueco; faltaba el libro de Emerson, que se había quedado en el sueño. A los diez días me dijeron que mi enemigo había salido de su casa una noche y que no había regresado. Nunca regresará. Encerrado en mi pesadilla, seguirá descubriendo con horror, bajo la luna que no vi, la ciudad de relojes en blanco, de árboles falsos que no pueden crecer y nadie sabe qué otras cosas.
J. L Borges, Los conjurados, 1985.

1977 -24 de marzo-2010

RODOLFO WALSH

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH A LA JUNTA MILITAR

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".10

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977








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21/03/10. Tocala de nuevo Miles

Café faltó al programa del último miércoles y Miguel Riquelme obvió hablar del estado del tiempo. Así que nadie anunció en Provisorio el final del verano.
Tal vez ya ni la certeza de eso tengamos con esto del calentamiento global y eso que se dice acerca de que la tierra se corrió de su eje después de los últimos temblores.
No sé si esto último implica un corrimiento de las fechas que instauran oficialmente los inicios-cierres estacionales. Fiel a la tradición diré simplemente que mañana, 21/03/10, más allá de las sensaciones térmicas, termina el verano, hasta tanto las autoridades legítimas no digan lo contrario.

De lo que si habló Miguel fue del lanzamiento de una exhaustiva compilación de las interpretaciones de Miles Davis y, como añorando el One to One, advirtió que estaba "carita... precio dolar".

Pero a no resignarse (más allá del afán coleccionista) siempre hay subterfugios para dejarse envolver con los aires que exhala su trompeta como la cadencia de este arruyo veraniego soplado por el grone, con el que empezamos esta provisoria y recurrente temporada de verano en diciembre, cuando en esta entrada los invitábamos a disfrutar de varias de las tantas versiones de Summertime.



Hernán Cazzaniga

Sobre la pureza de las verdades



“¿Será que las causas bienpensantes carecen de buenos publicistas? Quizás el convencimiento de lo que está bien tenga una sola dimensión y por eso se expresa de manera lineal y con poca profundidad significativa. ¿La encomiable causa de redistribuir el monopolio de la voz no tendría que tener en cuenta la pluralidad de sentidos, sus apropiaciones y relecturas? Las nuevas voces tendrían que poner en evidencia también - supongo - los viejos mecanismos del decir.” Comentario de Café en este post.




El país Real y el País Virtual

Ayer fui a Provisorio con mis puños cargados de verdades, pero al entrar al estudio advertí que estaba en la radio.
Poco valen allí los pensamientos tenidos entre las manos, dado que reina en ese universo etéreo la oralidad, no la escritura y, como afirma Café: “a la radio no se viene a pensar, se viene a hablar”.
Por eso fue que, en el momento menos pensado, con las palmas bien abiertas le indiqué a Beco Blanco que pusiera el track Nº 10 del Cd, justo cuando hablábamos al aire (en su significado radiofónico y en el más volátil).
¡Una verdadera pena! Porque ese instantáneo gesto lo aprovecharon los asertos que llevaba para darse a la fuga.
Así son las verdades. Por eso hay que desconfiar de ellas, de su rectitud o autenticidad.

Desconfíe amable lector de los sentimientos de pertenencia y sobre todo de las reivindicaciones que se realizan con respecto a sus vínculos de lealtad con la Realidad.
Pues ella se vanagloria de ser la única realmente verdadera entre aquellas. Al menos en palabras del General que era mucho más pluralista para otras cuestiones.
Ahora, frente a la pantalla, despojado de esas verdades fugitivas de ayer, vuelvo a sentir cierto asombro por la presencia de los puntos verdes del mapa.
No me convence del todo que señalen los sitios del mundo donde efectivamente alguien, quizás con la ilusión de encontrar en ellas algunas pocas verdades, leyó estas provisorias entradas.
Y al mismo tiempo me pregunto ¿por qué sospechar de este artilugio más o menos verosímil cuando creemos cotidianamente en relatos tanto o más improbables?

Aprovecho que no estoy en la radio y me pongo a pensar en el debate sobre el país real y el país virtual. Debate televisado y hablado por medios que hacen visible lo que muestran como evidente, que nos convierten en tele(e)videntes; en sujetos sujetados a la fuerza expresiva de esas “certezas claras y manifiestas de las que no se puede dudar” según la definición de evidencia de la Real Academia en su edición virtual, (que es justo decirlo: no se llama Real por una suerte de reificación o definición ontológica, sino por la institución monárquica a la que pertenece, en tanto órgano responsable de ejercer la soberanía sobre la Lengua del Imperio del que celebramos habernos emancipado de un modo indeciso hace 200 años).


La viveza de las evidencias
La fuerza de la evidencia la ejerce el mensaje televisivo por la potencia propia de las imágenes, de su expresividad, tanto más vivaz cuando se trata de un testimonio en vivo.
Es más emocional que racional, vibra (de la buena y de la mala) pasionalmente. Penetra más en el corazón que en la cabeza como dirá en la baguala don Ata, al final de este texto, aunque sus discursos no sean la pura verdad.
La viveza de los medios está en esconder el carácter ficticio del relato que ofrecen como “la Realidad”. Es decir, en la capacidad de prestidigitar los recursos propios de los géneros dramáticos ocultando su carácter narrativo; de difuminar la figura del narrador aunque esté ahí, narrando ante la cámara, en su foco, o sea relatando desde alguna perspectiva, en algún lugar, efectuando cierto recorte, expresando algún interés personal y corporativo, desde una postura de clase...
Oí decir a un destacado periodista como Ernesto Tenembaum cosas del tipo “nosotros no inventamos la realidad, la reflejamos” y entonces como en un claroscuro me refleja la lucidez poética de aquel español, republicano de verdad, que escribió aquello de: “Se miente más de la cuenta por falta de fantasía. La realidad también se inventa”
Ya sé que no digo nada nuevo con todo esto y que el lector o el televidente no es un autómata que recibe imputs y los replica sin proceso de reinterpretación, pero también sé que el modo de hacerlo depende de los esquemas de referencia internalizados a través de diferentes procesos de socialización/bilidad entre los que se destacan los que ligan al sujeto a los media.


La TV educa, es cultura por definición.
El sujeto medio actual y actualizado, interpelado cotidianamente por los media, se desenvuelve en un entorno poblado en gran medida de signos mediáticamente tamizados que, incorpora a su propio lenguaje mixturándolos con otros provenientes de otros espacios donde transcurre su vida.
Su experiencia cotidiana -la del tan afamado como inexistente sentido común- se despliega (parafraseando con cierta libertad al Gramsci que escribía en la cárcel) como un discurrir de fragmentos abigarrados y heteróclitos de explicación de la vida, que se asumen como lo natural, como aquello que no requiere explicación porque es lo que es y punto. ¿Para qué ponerlo en cuestión?
El tele(e)vidente, como todo evidente, no gusta de las complejidades de la argumentación o de los esfuerzos de sistematización que necesariamente conducen a la confrontación de posturas, a la disputa, al debate en las arenas de la polémica, más bien se identifica con quienes proclaman la necesidad de establecer consensos: de lograr los famosos 3 o 4 puntos en los que, según Duhalde, “todos estamos de acuerdo” y que, quienes creen que esto es no sólo posible, sino además lo deseable, seguro consideran que esos 4 puntos NO son por ejemplo: 1)Juicio y castigo a los genocidas, 2) reforma agraria integral, 3) abolición de la propiedad privada de los medios de producción y 4) despenalización en general de las penalidades que pesan sobre los pobres (consumo de drogas, aborto, etc.). Sino más bien 1) no jodamos con las rentas extraordinarias, 2) si es necesario volver a ajustar el salario para garantizar las tasas de ganancia de las empresas que tanto aman al país, entonces, metamos los perros y los tanques en la calle, 3) en consecuencia demos un buen gesto a los milicos que actuaron en la dictadura así se animan sus herederos a actuar cuando se lo pidamos y , de paso, con las mismas fuerzas: 4) limpiemos las calles de chorritos que afean nuestra imagen tan europea.
Claro que también podrían ser otros esos cuatro puntos pero ya empieza a ser más difícil sostener la coherencia entre ellos y entonces se arman las discusiones que queremos evitar. ¿Para qué complicarnos con discusiones con cosas que no terminan siendo tan evidentes?
Para nuestro tele(e)vidente deseoso de consensos sobre los acuerdos evidentes las disputas políticas son pura perorata, insoportable cotorreo y sin embargo las consume con aire socarrón y cínico desprecio.
Las ve diariamente como quien mira un encarnizado Club de la Pelea, quizás para satisfacer cierta morbosidad nomás. En cierto modo no esta mal si las asume como literatura: Después de todo, la tradición literaria de la Argentina surgió de un matadero devenido en metáfora política y social.
Igual que en las vidrieras irrespetuosas lo mismo da los remedos de “Tiempo Nuevo” que con un par de voces (siempre las mismas) nos hacen creer que lo que presentan es la pluralidad y que los que desfilan allí son los famosos “Todos” que se tendrían que poner de acuerdo sobre los 4 puntos -olvidándose de los puntos verdes que leen este y otros blogs o los multicolores que bajan de los cerros a celebrar corporalmente el carnaval en el videito de la entrada anterior.
Se trata de espacios televisivos que conjugan las bondades del diálogo democrático con las guerras veraniegas de las vedettes de los teatros de revista, en los cuales los invitados se gritan mutuamente: “yo te dejé hablar, ahora me toca a mí” independientemente de lo que haya dicho y de si escuchó o no a su antecesor en el uso de la palabra.
Se trata de formas y estilos similares a los de las disputas creadas por los llamados “mediáticos” inventados por los programas siesteros en los ’90.
Ejercicio autorreferencial del universo televisivo, donde la TV se celebra bochornosamente a sí misma y que tiene su correlato político. Juntos forman parte de un mismo lenguaje, de un mismo sistema o esfera comunicacional que iguala al ciudadano con un telespectador que mira desde afuera las fiestas de la farándula y la farandulización de la política.
Por eso la gente organizada en la calle aparece como una distorsión de la regla del juego que este vínculo espectacular establece.
Estas presencias ciudadanas representan el caos, instalan el desorden en ciudad catódica. Los ámbitos de urbanidad resultan otros territorios que la TV parcialmente territorializa pero que no puede sustituir discursivamente.
De ahí la debilidad de las construcciones políticas de los candidatos mediáticos. He ahí una diferencia entre el país real, donde ser es tener presencia y contacto cara a cara, de hacer cuerpo con otros en un territorio instituido e instituyente y el país virtual donde esse est percipi.
Esta dicotomía enuncia dos maneras diferentes de entender la militancia que a veces encuentran zonas de mutua cooperación, cuando, como diría el Bambino: “la base está”. Cuando de organizaciones populares o de culturas arraigadas en otros territorios se trata.

Esos otros modos de poner el cuerpo son algo absolutamente despreciado o folklorizado por el típico conductor de TV que, junto a otros pastores que comparten la pantalla, prometen la salvación como acto individual.
Evangelismo acorde para sectores medios proclives a cuestionar el derecho de la no-gente a movilizarse en forma colectiva, de corporizarse trascendiendo el individualismo para enfrentar a las corporaciones que se disputan las ganancias detrás de bambalinas, sin necesidad de ser percibidos.
Conductor y tele(e)videntes participan de una comunidad que los presenta al representarse (en) las realidades mentadas como espectáculos, en las maneras de construir identidades distintivas de la de “los negros que salen a la calle a joderles la vida”, según dicen: “por el choripán”.
El mensaje televisivo envuelve al tele(e)vidente medio en una suerte de semiosfera, expresión acuñada por el ruso Lotman para referir al espacio semiótico en el cual se producen los procesos de interpretación, de otorgamiento de sentido que supone la traducción de lo que pertenece a un orden de realidad extrasemiótica. Realidad de la cual sólo tenemos acceso a aquello que podemos significar con las categorías que tenemos a mano, las que nos provee esta atmósfera semiótica compuesta por signos provenientes desde diferentes texturas, con las cuales construimos nuestros mundos, esos “conjuntos de todas las cosas creadas” por medio de la capacidad humana de significar. Antropológicamente hablando: Cultura.
La realidad televisiva es de segundo o tercer orden, es efectivamente virtual, de naturaleza ficticia, porque esta construida por alguien para ser vista y oída por otros: los teleespectadores.
Ya está ordenada por las interpretaciones de quienes la producen y emiten. Es ella misma una semiósfera productora de cultura, de esquemas de interpretación, de sensaciones y valores significativos, de interrogantes y respuestas encadenadas. Pero pasibles de ser reinterpretadas desde otras tradiciones que las que imperan en ella.
Para Lotman –quien gustaba jugar a las apariencias con Bajtin, tal vez obligados por la realidad impuesta por el Stalinismo- la Cultura es el mecanismo que crea un conjunto de textos que no son, ni más ni menos, que la realización misma de la Cultura, lo cual determina distintos tipos de culturas según pongan el acento en el contenido o en la expresión.


La gestalt Argenta
Es notable la expresividad con la que, en la Argentina y según creo en otros lugares también ocurre, los republicanos defensores de las formas exponen dramáticamente su indignación frente a los denunciados avasallamientos perpetrados por exaltadas autoridades populistas que prefieren pensarse en términos de contenidos en esta suerte de batalla gestáltica entre Forma y Fondo.
Yin y Yan a la sudaca en su afán modernizador, sentimentalmente incompleto frente al espejo de los “países desarrollados”.
Dilema argentino, parafraseando a las disquisiciones de Da Matta sobre Brasil, quien juega con las categorías de comunitas y societas con que pensaba Louis Dumont.
Dilema entre el orden igualitario de la ley (el modelo del mercado impersonal) y la actuación compensatoria del accionar político sobre las distorsiones que las distribuciones propias de los mercados producen en materia económica y de poder, es decir de oportunidades efectivas de ejercicio de los derechos ciudadanos.
Tensión irresoluble entre el orden de la societas que reclama la civilidad republicana y el orden jerárquico de la comunitas que reivindica al Estado como agente asignador de derechos ciudadanos.
Es decir, entre la ilusión del mercado perfecto autorregulado por la acción de esas mónadas que siguiendo a Leibniz y Locke denominamos individuos, quienes actúan bajo las impersonales leyes impuestas por la societas y la personalización de los vínculos corporizados en organizaciones que recrea esa idea de comunitas que, entre nosotros, hubo quien la denominara bajo el rótulo de “Comunidad Organizada”.
La primera como fundamento ideológico de la primacía de lo económico sobre lo político y viceversa.
Expresión de dos ilusiones contrapuestas, de dos esperanzas cuyos cumplimientos parecen especialmente atractivos. Dos modalidades de ver la realidad que dirimen los desafíos sobre el tamaño ideal del Estado y su relación con el viejo tema de la riqueza de las naciones.
Ilusiones imaginadas como crecimiento económico seguido de posteriores derrames que nunca llegan (ilusión del republicanismo neoliberal) o bien, como obligación moral de brindar garantías de inclusión con efectos de desarrollo económico-social, a través de la ampliación del mercado interno por medio de mecanismos de redistribución, de acceso al consumo de mayorías que aguardan la llegada de la burguesía que asuma el compromiso de clase de consolidar esas conquistas (ilusión populista desarrollista).
Debate de fondo en el que las posiciones se hacen indistinguibles frente a una pantalla más proclive a regodearse en la distinción de las formas y que licua las diferencias de contenidos: Si “son todos lo mismo” entonces las diferencias se tornan incomprensibles, y se torna evidente que la pelea es sólo por poder o para robar (verdad parcial, por cierto, pues de capitalismo se tratan ambas).
Desconcierto ideal para la emergencia de modosos que se guardan de irritar a la teleaudiencia aún cuando en su afán de congeniar con Todos construyan de un modo arrevesado su postura, afirmando lo que niegan con expresiones del tipo: “mi voto es no positivo”.


La guerra de los mundos
Cuando Orson Wells recreó la novela de HG Wells por radio, en un país donde abundan los crédulos como los EEUU, no bastó con que aclarara al inicio de la dramatización que era simplemente eso. La aclaración no evitó que sus oyentes salieran despavoridos asumiendo lo actuado como la real realidad, confiriéndole al relato status de verdadero.
Evidentemente estaban dispuestos a creer en la realidad que escuchaban, en gran medida por que estaban dentro de una logosfera expectante del peligro de invasión, cualquiera fuere: los comunistas, los nazis, los extraterrestres… Solo faltaba la evidencia, la voz que anunciara la llegada de los invasores.
En todo caso la eficacia del discurso televisivo en un sistema oligopolizado por un par de grupos económicos altamente concentrados (con sus aparentes debates plurales, sus inquietos movileros, columnistas y demás dependientes en busca del reconocimiento como “empleado del mes”), está dada por su capacidad de cotidianizar su visión del mundo, de transformase en el lenguaje con el que se habla a diario, aún cuando lo haga a aprtir de reapropiaciones. Discursos que hablan a través de su público mediante un doble juego de apropiación: el tele(e)vidente que al apropiarse del discurso dominante en los medios es apropiado en mayor o menor medida por él.

Al dominar la palabra de los medios es convertido de algún modo en su eco dentro de la logósfera. Su voz queda rebotando contra las paredes de la semiósfera televisiva, (extendida más allá de la pantalla) reforzando su visión de la realidad siempre y cuando la disponibilidad de otros textos contrastantes sea limitada.
Sin embargo los límites entre logosferas son porosos, sus fronteras son disputadas en las luchas por la significación… las cotidianas batallas culturales, de las reapropiaciones a las que refiere Café en el epígrafe o los mutuos rechazos del videito de la entrada anterior.
Al dominio de los multimedia, propiedad de los grandes grupos económicos, se enfrentan, cual David, las guerrillas de la blogosfera y otros tantos mundos u órdenes discursivos en los que predominan determinados discursos o modos de significar: los encuentros festivos de vecinos, la camaradería del universo de la fábrica, la vital lucha por la sobevivencia en la barriada.
Es decir, somos sujetos de un entramado de discursos que nos hablan y que nosotros mismos hablamos tejiendo nuestro entorno, creando y recreando universos de sentido en su interior y en el cruce de las fronteras que los delimitan, que los ponen en situación de contacto, que establecen áreas de encuentro como las medianeras de los vecinos.
Discursos que, con fortaleza dispar, participan en pulseadas, entablando relaciones de fuerza, corriendo sus límites.
Pulseadas en las cuales participan los propios media con sus intereses corporativos asociados. Que pujan por la definición legítima de lo real. Ejerciendo el dominio de la imagen es decir, de la palabra, legitiman o no a las maneras alternativas de ver, pensar o sentir, llegando incluso vía omisión a negarles existencia, a invisibilizarlas.
Espacio profuso de difusión, el de los medios coloniza otras esferas de la vida en esos instantes de esparcimiento vividos frente a la pantalla. El discurso de los multimedia esparce la realidad, la impone fragmentada y a su vez le da coherencia a través de interpretaciones que naturalizan sus versiones, que las enuncian como “la Realidad” del propio sentir común.
En tanto no podemos estar todo el tiempo manteniendo en guardia al vigía epistemológico que debiera resguardarnos durante la lectura de cada noticia, de cada entrevista, descubriendo el modo como se construyó el texto; buenos antídotos resultan los contra discursos que desde la misma tele, desde la blogósfera u otros órdenes textuales advierten, señalan las marcas de fábrica que el fetiche de la imagen oculta mostrando.
Si se dice que inventan realidades es en parte por esa capacidad de decir y de hacer decir que imponen: Por caso, la propensión a hacer declaraciones por parte de los dirigentes políticos o de Maradona. Profusión de abigarrados y heteróclitos discursos como resultado de una relación perversa entre el personaje de turno y el medio.
La omnipresencia del medio –sin él no existe lo que él muestra- es la que crea la ocasión para aquellos pecados que los mismos medios neciamente acusan.
Con esto no niego que exista una realidad por fuera de los medios, ni que Maradona no sea un bocón en su fuero íntimo, todo lo contrario. Lo que digo es nada más y nada menos que, la que presentan, en el mejor de los casos, es una representación que se produce en tanto ellos están allí y que tiene efectos de realidad. La construyen en su diario discurrir. Definen lo que es y como debe ser visto a través del enfoque de la cámara, del comentario del conductor, del análisis de los pocos analistas invitados, representantes de un saber –que rara vez confronta con otros de mirada opuesta o diferente- y refuerzan la célebre dupla saber-poder. Producen "verdades o mejor veridicciones".
Esto es tanto o más efectivo cuando por ingenuidad o cinismo los propios responsables de los relatos producidos y emitidos por los medios reafirman la creencia de que no son autores de las ficciones que ellos mismos narran en referencia a los sucesos descritos o comentados en sus crónicas. Sus propios inventos.
Podríamos llamarlo “síndrome de Tenembaum” de quién me preguntó ¿qué le pasó que está tan nervioso?
De ahí se deriva la ira o desazón con que responden estos periodistas cuando los escenarios mentados cual profecías no se corresponden con los sucesos desplegados en otros órdenes de la realidad. Cuando la realidad externa a la multimediósfera le desconoce entidad a sus anuncios y se burla de ella como habitualmente ocurre con las profecías de la Carrió.
De ahí el valor crítico de la irónica frase de Café acerca de lo impensado de lo dicho en los medios.


Ironías de Frontera
Pensar en el decir de lo dicho, en lo enunciado y la enunciación tiene valor especial para quienes provenimos de disciplinas que hacen de la reflexividad un emblema de identidad. Que la sabemos una distinción de frontera.
Tal vez por eso entiendo que, algunos méritos han tenido el debate sobre la Ley de Servicios Audiovisuales y la confrontación con Clarín emprendida por el Gobierno y las organizaciones que apoyaron el proyecto de Ley.
Sin dudas uno de ellos es que pusieron estos asuntos como cuestión pública y ciertamente lo es. Sobre todo cuando para muchos la TV se convirtió en lo que era el antiguo ágora, reemplanzado virtualmente, a los ámbitos institucionales reales de la República (acá sí afirmo real por su condición ontológica, por su ser realidad republicana, no monárquica en nuestro caso).
De manera virtual, y con efectos de convicción ciudadana, nos hallamos ante la paradoja de legisladores que no debaten contenidos o el fondo de las cuestiones en el Congreso pero que salen presurosos a discutir sobre las formas en TN.
(Piénsese en el abyecto accionar del jefe de la bancada radical en el Senado durante el tratamiento del pliego de designación de la Presidente del Banco Central, quién luego de no formular pregunta alguna, a la brillante y bien dispuesta funcionaria -¿se nota que me gusta?- salió a decir ante la prensa que la interpelada no había dado respuestas)
Como bien saben los historiadores, los rituales políticos siempre han tenido algo de espectacularidad: desde la consagración del monarca, la lectura del veredicto judicial, su ejecución o el simple tratamiento de una ley en alguna cámara de representantes o la sencilla entrega de la caja PAN durante el gobierno de Alfonsín, cuando no había clientelismo. (jijiji)
Nótese que en estos casos se habla de actos, de actuación, confiriéndoles oficialmente algo de teatralidad. Teatralidad institucional que debe ser actuada siguiendo los propios cánones institucionales, las reglas del género. Pero que encuentra una imagen distorsiva (¿extorsiva dije?) en la sobreactuación de y para los medios -a la cual no pocas veces imita: ya sea en la investigación de casos judiciales o en la parodia de discusiones políticas sin ir más lejos.
No se trata de juzgarlos sobre las tablas de verdad, sino valorarlos dentro del orden discursivo al cual cada quien pertenece para evitar monstruosidades como que los periodistas se conviertan en jueces que, en lugar de escribir crónicas, dicten sentencias con condenas sociales irrevocables, por ejemplo.
Y aquí viene a cuento “Conta do Mentiroso”, un libro en el cual Roberto Da Matta a inicios de los 90 reunió siete ensayos de antropología brasilera y, en cuyo prefacio reflexiona acerca de la antropología que practica trayendo a la memoria lo dicho por algún colega: “Podemos nâo mentir, mas enfeitamos, dando vida nova a gestos, ideáis e conduta que ningueim viu (ou ouviu) como importantes.”
Tal vez ésta sea la conciencia que nos enseña la ironía del antropólogo radial misionero o la labor deconstructora de ciertos programas de la propia TV: un aporte a un periodismo reflexivo, menos soberbio y pontificador y a los propios políticos que participan del show con desvelo desconociendo que, quién esta fuera del círculo los percibe como uno más dentro del barullo que hace la licuadora de voces.
Para ellos vale recordar, como una suerte de analogía, la reinterpretación que ofrece Da Matta de algo dicho por Max Weber sobre su profesión de sociólogo/antropólogo:
“praticamos a ampliaçâo ou a caricatura da “verdade”, ja que, para ele, nossa profissâo é exagerar. E exagerar, como saben as crianças e os caçadores, so é lorata para quem está fora da roda e com funamental quadradice dispensa o exercício da fantasia e da imaginaçao, pensando que existe como uma “realidade” veraz, pura e intocable que as “narrativas” e “representaçôes” sempre deformam. Para mim, entretanto, que sempre soube que o modelo é a realidade e que a palavra é –como dizia Thomas Mann- mais importante do que a vida, o exagero, a ritualizaçâo do mundo e o recorte intencional sempre foram os ingredientes sem quais nâo há nem antropologia social, nem drama, tesâo ou sentido.”… Podríamos agregarle sin los cuales tampoco existirían los hechos periodísticos, una de las materias de análisis de lo que hoy la moda académica nombra “Comunicación Social”.
¿No sé que le parece don Ata? Usted dirá.
Pero yo creo que es bueno recordarlo para actuar con cierta honestidad intelectual, sin falsas modestias. Es la pura verdad.



Hernán Cazzaniga

Pronóstico extendido

A propósito de los prónósticos extendidos y la lúcida e irónica frase de Café: "a la radio no se viene a pensar, se viene a hablar" (lee aquí) este videito de promoción del Proyecto Comunicarnos nos propone una manera divertida de pensar cuál es el chiste de los medios y propone practicar una comunicación un poco más reflexiva acerca de las virtualidades y su capacidad para construir realidades.

Hernán Cazzaniga
Variaciones infinitas 2.


Hablando del tiempo, marzo trajo otros aires y se callaron las chicharras. Su retirada me hizo notar cuán poco sé de estos bichos, por ejemplo: ¿qué hacen cuando no andan celebrando el calor?, ¿cómo cantan o chirrían? Según nuestros humores para tolerar las temperaturas o los sonidos ambientales, decimos que hacen una u otra cosa y las convertimos en indicador doméstico del clima estival.
Cigarra, coyuyo o chicharra; prefiero este último nombre porque es una derivación onomatopéyica casi perfecta de su sonido característico. Nombre en femenino que incluye a ambos sexos, aunque sean preferentemente los machos quienes chicharrean para indicar peligro, localizarse y sobre todo para invitar a la procreación. Ellas se dedican a escuchar y a acudir a esas llamadas de amor que arrecian cuando más calor hace; cual diurnos serenateros, entonan invocaciones de amantes, se turnan o compiten por atraer a las hembras en distintos registros, duraciones y volúmenes sonoros.

Tampoco me contaron en la escuela cómo pueden emitir tan prodigioso sonido, así que ahora vengo a saber que poseen un perfecto órgano sonador en la parte externa del abdomen, constituido por membranas o timbales y sacos de aire que actúan como caja de resonancia, amplificando el sonido hasta hacerlo audible hasta a 2 kilómetros de distancia.
Les lleva más tiempo volverse adultas que el tiempo vivido en la tierra, mimetizadas y escondidas en las hendiduras de troncos y ramas. Cuando emergen de las numerosas camadas de huevos, las larvas caen a tierra y viven subterráneamente entre las raíces en estado de ninfas. A 2.000 especies reconocidas les lleva un promedio de 5 a 13 años concluir su desarrollo alimentándose de la savia que obtienen con su estilete bucal. Casi una niñez y la pubertad creciendo clandestinamente, mudando de caparazones hasta cinco veces, para emerger, finalmente, con tornasoles de verdes y marrones, con seis patas, cuatro alas y grandes ojos.
Ya en las frondas, se presume que en esa corta temporada anual sólo se dedican a procrear, pues se verifica su muerte en grandes cantidades luego de ese breve ciclo. Sea por el esfuerzo de su canto y porque desovan en cantidades inmensas, macho y hembra se extinguen luego del cometido vital que los impulsa.
¿Resonancias poéticas, metáfora política de la no muerte, de la celebración de los retornos?:
“Cantando al sol como la cigarra/ después de un año bajo la tierra/
igual que sobreviviente/ que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron, tantas desaparecí / a mi propio entierro fui/sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo/ pero me olvidé después/ que no era la única vez/ y seguí cantando”.
M. Elena Walsh (1972)

Su condición herbívora la hace inofensiva para los humanos y demás animales; más bien debe protegerse de langostas, pájaros y otros insectos ponzoñosos como avispas y arañas. Y de los niños rapaces que las atrapan para mostrarlas en frascos de vidrio. http://www.youtube.com/watch?v=zlNDUnGNvfg

Y es que de infancias son mis imágenes primordiales, en dos notas disonantes: la primera, esos espacios frescos que evocan una Posadas de patios amplios y arbolados, de corazones de manzana como montes y veredas asombradas de paraíso, jaracandá y mango. De aventuras trepadoras, de juegos y escondites, de siestas robadas al control familiar. Y la segunda, el ingenuo recuerdo escolarizado de la fábula de La Fontaine, estereotipia de la bohemia, el ocio y la pereza como disvalores a despreciar. En realidad, el relato silencia el fin de la potencia creativa de su canto para atraer al sexo opuesto, humanizando ese tiempo de seducción elaborada como tiempo perdido. Por eso mismo: ¡negarnos la evidencia científica y hacernos preferir a la hormiga!, ¿te parece…?.
Prefiero no abundar en comentarios respecto de la versión en verso de Samaniego, que elogia y justifica la negativa egoísta de la hormiga a compartir provisiones en invierno con la cigarra. Más que esta  convicción conservadora propia de su tiempo, lo que asombra es que opiniones actuales retomen la imagen denostada de la cigarra para equipararla al colectivo social de los piqueteros y sus demandas.

Encuentro en la enciclopedia internáutica suficientes razones para reivindicar su estatuto y su linaje simbólico. En la Grecia del Olimpo, la chicharra estaba consagrada a Apolo, dios de la luz, la adivinación, la medicina y las artes. En la región de la Antigua China y Corea (dinastía Han s. II-I a.C.) las cigarras representaban la resurrección y se tallaban diminutas piezas en jade con forma de larvas como ornamentos mortuorios.
Ya en el campo musical prehistórico, hay evidencias de posibles efectos miméticos entre el bichito y los primeros instrumentos, en particular los aerófonos con membrana que producían sonidos semejantes a su chicharreo. En la mencionada región oriental chino-coreana aparece tempranamente la flauta traversa de bambú con membrana, y en la etapa mesoamericana de la cuenca de México los primeros aerófonos también son instrumentos de viento con membrana realizados en barro y piedra. Se supone que eran llamadores de animales y que, combinados con efectos sonoros vocálicos, eran instrumentos musicales. Y para seguir sobrevolando asociaciones, La Chichara es un grupo cordobés de música para niños : www.momusi.org.ar/discos-de-la-chicharra/conciertos-bichos/31/index.html

Imposible dejar de recordar las interpretaciones retomadas en el cine, que abren un nuevo abanico de efectos modernos de sentido (escandalosos y sexuados): “La cigarra no es un bicho” (1963), todo un clásico nacional, con dirección de Daniel Tinayre, la colaboración de Landrú en el guión y un elenco memorable: Amelia Bence, Ángel Magaña, Narciso Ibáñez Menta, Malvina Pastorino, Luis Sandrini y la infaltable Mirta Legrand, entre otros. Y se me ocurre que hay admiradores de Virna Lisi entre los lectores, por lo que menciono “La chicharra” (1979), dirigida por Alberto Lattuada, donde la rubia comparte protagonismo con Anthony Franciosa en un drama de amores contrariados, traiciones, adulterios.

Más satisfecha que antes con mi conocimiento sobre el tema, de salida encuentro que en España esperan a la segunda semana de julio para celebrar una fiesta que llaman “La chicharra revienta cantando”. En una mezcla de evento turístico y religioso (vísperas de la Verbena de Santa Ana) las asociaciones tradicionales de la región manchega desde 1999 se convocan de viernes a domingo en Albacete. Horas de música, comida, abundante bebida y mucho baile; aires de jota, fandango, rondas, en calles y plazas. Un hermoso cumplido de pandereta, violín, timbales y una excusa para prolongar la jarana chicharresca bajo la sombra.
http://www.youtube.com/watch?v=3AOFzdfXn90

Lo que mata… ¿es la humedad?

Ayer llegué a Provisorio cuando, con decepción, Café comentaba la última película de Tim Burton, Alcia en el País de las Maravillas.
Ahora miro el mapa de la izquierda de la pantalla y veo un montón de puntitos verdes que con un poco de Fé y asombro creemos representan los lugares donde alguien estuvo leyendo este blogspot.
Imagino que, salvo algún que otro misionero en la diáspora y otros compañeros de rutas, pocos de esos lectores sepan quien es mi amigo, aunque desde hace un tiempo tiene faceboock.
Yo tampoco lo sabía cuando llegue a fines del ‘86 a Posadas y él ya era una figura consagrada de la radiofonía.
De entonces recuerdo los programas radiales que Café Azar hacía con los finados Pupo Báez y el Japo Okada, algunas incursiones de Alejandro Labale en el campo de la crítica teatral, el nombre de Nancy Albohaires (silenciosa musicalizadora) y José Báez que en aquella época era casi tan juvenil como ahora.
Eran tiempos que precedieron el boom de las FM y aquellos programas, de algún modo, se ponían más a tono con estilos radiales más novedosos que los que imperaban en la radiofonía local.
Tal vez, su marca de distinción no era tanto los temas que abordaban sino sus enfoques, la lectura de los temas y la voluntad de argumentar, de dejar algún concepto.
Sin dudas, también se destacaban por las selecciones musicales, su pluralidad, su modo de presentarlas con conocimiento de causa. De algún modo fueron precursores de lo que luego se pensó como FM Universidad.
Por entonces oficiaba de “viuda” de Litto Nebbia luego supimos que contrajo nupcias con Calamaro en años más recientes. No obstante siempre les fue infiel a ambos y se mostró bien dispuesto a abrir sus oídos a cuanta propuesta musical golpeara a su puerta.
Recibió propuestas de todo tipo, de las más refinadas a las más indecentes.
A todas ofreció su cordialidad y comprensión. A ninguna negó su atención y hasta si parece disfrutar cuando escandaliza a sus amigos con sus declaraciones de amor por músicas que otros desprecian.
Lector perspicaz, conspicuo analista de la Cultura y de los Productos de las industrias artísticas, Café Azar, además de Antropólogo y empleado público, de buen tipo y amigo incondicional es un bicho de radio. Sobre todo eso.
Su capacidad de adaptación al medio (radial claro), como buen bicho que logró sobrevivir a sus cambios, se hace evidente en el manejo de los viejos recursos y novedades del arte de conducir, del arte de sostener la atención del oyente.
Entre estos recursos vale sin duda el de la información de la hora y los minutos, que Café se empeña en dar como un dato impreciso.
Quizás lo hace a sabiendas, de que es información provisoria, inmediatamente desmentida por los sucesos posteriores.
Y sin embargo esa sutileza juguetona, breve comedia de enredo con las agujas que tejen el tiempo, pareciera desplegarla como referencia a uno de los géneros radiales por antonomasia: La información de la hora con sus tops, sus campanadas, o la convincente certeza del locutor o el afán de rellenar el silencio del verborrágico conductor.
Recurso proveniente de las primeras épocas de la radio, el decir la hora frecuentemente se acompañó con el decir de otro tiempo: Quiero decir que más tarde incorporó la lectura de partes climáticos elaborados por los servicios metereológicos.
Estos tiempos no sólo son más inciertos que los referidos a la medición del devenir, sino que fundamentalmente dependen de los datos elaborados por otros.
No basta con mirar un instrumento como el reloj propio o el que esta colgado en el estudio.
En otros tiempos el acceso a la fuente dependía del teléfono y más que nada de la voluntad de atender el llamado por parte del vocero del servicio público.
Las más de las veces la información suministrada a los oyentes estaba desactualizada porque se contaba con los registros de llamadas anteriores (en el mejor de los casos de una o dos horas antes).
Y sin embargo, no por ser más imprecisa esta información es menos valorada.
En muchos casos depende de ella el modo de vestir e incluso la predisposición para afrontar la vida en los instantes por venir.
Porque, a diferencia de los anuncios horarios que refieren meramente a instantes sucedidos en el mismo momento en que son enunciados conforme al sistema sexagesimal, los anuncios de ese otro tiempo no sólo nos hablan de un estado actual (también transcurrido más, o menos, desde el momento en que se registro la marca) sino que agregan el arte de la prospectiva. Y Café es bien conciente de ello.
Por eso en los últimos tiempos le reserva singular atención y no escatima recursos informáticos para acceder a la información que brinda insistentemente al oyente cual viajante de ascensores poblados por desconocidos.
Muñido de su reciente netboock el tipo googlea el parte y lo da al aire en simultáneo con la ilusión de lo instántaneo. Con afán de presentismo. (tal vez esto le venga de su condición de empleado público)
Menciona con convicción invenciones recientes como el “pronóstico extendido” al cual le brinda particular entusiasmo sabiendo que las valoraciones al respecto son absolutamente subjetivas. (tal vez esto le venga de su condición de antropólogo)
Quizás por eso jamás le oí calificar de buen o mal tiempo (error en el cual sí incurren otros conductores e incluso los mismos climatólogos en sus dictámenes) porque depende de la relación que cada uno tenga con la lluvia o el sol, los tonos grises o azulados y las velocidades del viento, por ejemplo, la determinación como bondadosas o malvadas de las condiciones de presión, humedad y temperatura.
Alguna vez le hice notar que la extensión que él daba es la de una única dimensión: la de la flecha del tiempo.
¿Acaso porque su espíritu libertario lo lleva a aborrecer de las fronteras? Refiere a lo que ocurrirá en el porvenir pero obvia la extensión geográfica o la parcela para la cual eso datos pudieran tener verosimilitud.
Y esto, aunque parezca una pavada, es particularmente más importante cuanto mayor es el alcance de la emisora. De hecho hoy en día por Internet, un fulano cualquiera te puede estar escuchando en cualquier punto del planeta. Por caso en alguno de esos puntos verdes que indiqué antes.
Alguna vez entrevistando con Daniela a un viejo conductor nos confió que el viejo Madelaire vivía señalándoles que tenían que indicar el lugar al que refería el parte: “Llueve en la zona de radio Parque o en el centro de Posadas” porque unas manzanas más allá podía haber sol y tu credibilidad entonces qué.
Y no hay nada de más valor para un medio que su credibilidad (jijiji).
Ayer advertí que desde hace un tiempo Café incorporaba otro concepto: la presencia de Humo. Y esto me mueve a pensar en los señalamientos del viejo Madelaire porque entiendo que a este dato se le debería agregar cierta información: por ejemplo “en las proximidades del Negro Sevi o de Cristian Krieger”
Sospecho que la incorporación del dato de la visibilidad que la presencia del humo o de las neblinas limita es particularmente destinada a chóferes.
Pero ayer, en la radio nos preguntábamos acerca de ¿por qué no se informa a los otros sentidos?
Si la sensación térmica es más bien táctil y la visibilidad es claramente visual ¿por qué no incorporar las aromas, hablar de sensación aromática? o ¿el grado de dulzura del ambiente?
Tal vez predisponga distinto al oyente saber que nos estamos cagando de calor pero que el aroma de azahar le da un agradable sabor a este húmedo ambiente.
No dudo que tarde o temprano, por su condición de amigo incondicional, Café va a incorporar estos datos sensacionales...
Y hasta es probable que tenga a bien compensar, aún a costa de su propia credibilidad, los valores que arrojen las mediciones de calor y humedad para contrarestar el agobio. Y eso es porque es un buen tipo.

Hernán Cazzaniga

"Un hombre serio" en clave de Job (o Jod) o Reflexiones teológicas para molestar a creyentes devotos.

Después de ver anoche junto a Hernán Cazzaniga "Un hombre serio" de los hermanos Coen, los dos nos quedamos tratando de encontrar algunas claves para interpretarla. Sobre todo en su prólogo, que parece tan alejado conceptualmente del resto de la película. Al tratarse de dos profesionales de las ciencias sociales, obviamente teníamos que tener inmediatamente una respuesta -y que fuera inteligente- con lo que arriesgamos unas hipótesis interpretativas que, por fortuna, debido a mi poca memoria reciente ya me olvidé.

Pero como no es cosa de darse por vencido y fingir que lo de anoche entre nosotros no pasó, me puse a buscar esta mañana en la red comentarios sobre A serious man, con lo que pude ver que la mayoría andaba perdida como nosotros. Hubo una sola crónica que me llamó la atención y, que si bien no ahondaba mucho en la cuestión, me tiraba una pista que inmediatamente me volvió a mis recuerdos de infancia: "Los hermanos Coen parodian el Libro de Job".

(No aporta mucho que diga que en los últimos años siempre llevo conmigo un paquete de magdalenas y que Combray queda a la vuelta de cada esquina, por lo que -verbigracia- hasta cuando piso caca en las veredas de Posadas, en lugar de putear, me acuerdo de mi perro Picho y de nuestros paseos veraniegos por la perdida estación de Villa Luro).

Pero la cuestión es que lo de Job sí me pegó, porque es un libro bíblico que nunca entendí bien, desde que mi madre no tuvo mejor idea que regalarme para la preparación en el catecismo una Biblia para niños, ilustrada en cada página -en la mejor tradición medieval de la iconografía como Biblia pauperum- y abreviada, para hacer más llevadera su plúmbica lectura. Recorrí muchas veces las imágenes, pero creo que nunca leí nada -al menos no lo recuerdo. Nada, salvo el relato sobre el paciente Job. Después de ver aquellos cuadros tan bien pintados por manos piadosas, tan aptos para incitar a los niños a pensar en Dios y soñar con las delicias celestiales, se fijaron tres en mi memoria: la subida de los animales al arca de Noé, la cabeza de Holofernes en la mano de Judith, con un colgajo de venas y arterias que salían del cuello seccionado y que dejaban caer una catarata de sangre, y el cuadro de Job, tendido en el suelo, anciano, cubierto el cuerpo de horribles llagas y pústulas, con un plato vacío al lado y la sola compañía de un perrito.

Todo resultaba comprensible con las imágenes, pero para un niño de nueve años como yo, se hacía difícil de entender cómo Job, el hombre más bueno, justo y piadoso al sur de Edom -que vendría a quedar uno poco más allá de Villa Luro- , tenía que sufrir de ese modo y nada menos que a manos del Dios más misericordioso del que habíamos tenido noticias. Y fue difícil de entenderlo en las décadas siguientes. El texto ensayaba la explicación: Satán había hecho una apuesta con Dios y el Viejo Timbero había agarrado viaje. La apuesta consistía en quitarle a Job todo lo que tenía. Obviamente esta no iba a ser tarea del Altísimo sino del demonio, que al final de cuentas estaba para eso. Dios le había dicho "tienes todos sus bienes en tus manos, sólo cuida de no poner tu mano en él". Por lo que el diablo le derribó la casa con los hijos adentro, le quemó las ovejas con los pastores incluídos y le hizo pasar a degüello a otros y que le robaran el ganado mayor. Y Job se la comió doblada.

No contento con todo eso, Satán volvió a mojar la Sagrada Oreja, diciendo que al hombre le importaba no ser tocado en su integridad física, por lo que -en una nueva apuesta- el Creador lo autorizó a convertir a Job en una llaga ambulante (quienes vieron la película de los Coen, de la que ya me había olvidado, me irán siguiendo mientras se acuerdan de los padecimientos de Larry Gopnik). En resumen: estos juegos del Maléfico suceden porque Dios los permite, aunque no sea la herramienta que los cause, y la víctima es un pobre tipo que no tiene nada que ver con la ludopatía del Gran Sofovich (apostador en hebreo antiguo).

Tres amigos, intentan consolar a Job con una serie de boludeces, como hacen los tres rabinos -o al menos dos- con Larry, pero frente a la terrible situación del tipo, nada tiene sentido. Pero lo importante es que no niega a Dios. Tal como Gopnik, le reclama que está lejos mientras el mal triunfa. Lo que no puede o no quiere ver, es que todo pasó porque su Dios estaba jugando con él. Los pobres judíos no tienen cómo explicar en tener a un hijo de remilputas como dios y los cristianos no pueden explicar cómo éste se pudo convertir en un abrir y cerrar de Testamentos en el Dios-Padre bueno y proveedor.

Al final, después de que Dios realiza su propia serie de discursos -tal como lo habían hecho los amigos de Job- explicando el sentido de la creación y destacando su propia grandeza todopoderosa (pensemos que todo eso sólo para justificar su ludopatía)-, castiga (para variar) a dos -que serían los dos primeros rabinos de la película- por no haber hablado de él con justicia (uno de los primeros casos de censura a la crítica) y le devuelve a Job el doble de su hacienda, le da nuevos hijos e hijas, dinero en abundancia y muchos años para gastarlo. Hasta ahí el Libro de Job. La película de los Coen se corta antes y deja a Larry "Job" Gopnik en medio de los padecimientos -aún cuando éstos se mezclan con atisbos del final bíblico: el bar-mitzvah del hijo, su acercamiento a su mujer, su permanencia en el cargo académico. Y tal vez queda ahí por la misma razón por la que yo me cuestioné la historia de Job desde chico: ya no importaba que a Larry le comenzara a ir bien, cuando había sufrido tanto y sin motivo. Recordemos que "los motivos" de la situación es algo que varios personajes le preguntan, al menos su abogado y uno de los rabinos.

Una de mis primeras objeciones al Libro de Job, y que seguí preguntándome por mucho tiempo, era que si daba lo mismo tener nuevos hijos que sustituyeran a los anteriores muertos y si toda la ventura posterior borraba los sufrimientos pasados. Tal vez preguntas demasiado racionales para una historia que pretende ser una metáfora sobre el hombre o quizá sobre los padecimientos del pueblo de Israel. Si Dios ya sabía que Job era fiel -ya que me enseñaban que TODO lo sabía- ¿para qué joderle tanto la vida? ¿por qué no ahorrarle padecimientos y jugar con Satán a quién escupe o mea más lejos?

Los Coen, en el fondo, cuestionan la desgracia de nacer en una familia -o en una comunidad- de fanáticos, sean de la religión que fuere: judíos, menonitas, cientólogos, católicos o Testículos de Jehová, porque lo único que se consigue es aumentar los padecimientos ante el abandono del Creador. Y ese final, en el que ya nada tiene sentido, porque el tornado ya está encima de todos mientras el viejo profesor intenta abrir la puerta del sótano que los salvaría, es la metáfora más clara de la ausencia de la protección divina.

Recordar a Job a través de los Coen, me hizo pensar en la continuidad resignada que el cristianismo propone en su lectura de este pasaje bíblico. Todo lo que nos pasa, tenemos que afrontarlo como el paciente Job: no cabe la rebelión ante la autoridad divina (en definitiva ante la autoridad), hay que resignarse al destino, porque detrás está el Sapientísimo Designio.

Volviendo a la pregunta de por qué Dios no intervino o no interviene antes de que pasen las desgracias (terremotos, enfermedades, etc.) más allá de sus supuestos juegos y apuestas, hoy en día tengo muy clara la respuesta: porque no existe.

P.D.: La explicación del prólogo de la película se la dejo a Hernán Cazzaniga, porque pienso que es ideal que la aborde un antropólogo. Yo -como no podía ser de otra forma- tengo mi interpretación y entendí perfectamente cómo encaja en la película -nadie piense lo contrario-, pero no quiero invadir competencias disciplinarias, y además quedé con unos amigos con los que nos reunimos los domingos a hacer apuestas del tipo de "a que no vas y...". Es una costumbre que me quedó de mi infancia cuando era exégeta bíblico.

O Luna lucente, di Febo sorella, che placida e bella risplendi lassù...


Me tenté, por supuesto, al ver la luna sobre el río y saqué algunas fotos desde la ventana de mi casa. La foto postada es la mejor de una serie muy pedorra. Extraño los tiempos en que con una máquina menos compleja podía expresarme mejor...

Nota: Ahora pienso si no era ella la que se expresaba cuando la ponía en modo automático.
Variaciones infinitas 1.

Quería un arranque leve para ingresar a este blog como invitada, pero lo inmediato me sujetó en estas líneas y no lo pude eludir. Llega insistente por cables y señales satelitales, hay que hacerle un lugar y ver cómo se sale de esta encrucijada de ideas y sentires.

Suceden terremotos en nuestro continente y la conmoción de la noticia es inevitable, más allá del tono patético del discurso periodístico. Primero en la mítica Haití la tierra tembló y sumó desgracia a su trágica historia. Hace unos días, las personas que viven en territorio chileno padecen una catástrofe natural prolongada y dolorosa por las pérdidas; debe requerir un esfuerzo enorme afrontar lo sucedido. Imagino que la reconstrucción comunitaria de espacios habitables, la tarea de disponer de lo indispensable y de circular, comprometen masivamente su humanidad.Y eso es un temblor añadido.
La inapelable furia natural acomoda placas tectónicas bajo sus pies sin previo aviso ni piedad y alcanza una extensión inusitada en ese país. La devastación deja en silencio y a oscuras al mundo humano. Sólo les queda reiniciar juntos los días por venir, de uno en uno.

¿Y por acá? También tenemos regiones sacudidas por catástrofes naturales (sequías, desbordes de aguas, granizadas). También hay temblores simbólicos que nos zarandean y no provienen del interior de la tierra. Los poderes del estado ejercen, cada uno a su turno, un código político basado en la pelea. Se pelean los dirigentes ejecutivos, los legislativos y ciertas figuras judiciales. Nos sacuden con declaraciones altisonantes, por derecha, centro e izquierda. En golpes compulsivos, una rabia agria y argel hace temblar el espacio público;  las versiones mediáticas de la información y el comentario registran lo real siguiendo la misma dirección de práctica pugilística. (Dirán, con algunas excepciones, y sí….pero no se las distingue fácilmente entre tanta polvareda).

Pareciera que crujen los sentidos del convivir; no se ven las coordenadas provisorias hacia un futuro elegido en común. Pocos análisis y comentarios dan razones suficientes; son raras las polémicas consistentes. “Redoblar la apuesta” es una invocación y desafío que suena a troche y moche, mientras algunos no alcanzamos a comprender qué se está jugando realmente, qué vamos a perder o qué podemos esperar como ganancia.

Suponemos entonces que lo significativo es lo que no se escucha. Preocupa lo ausente, lo restante, que se suele cifrar en otros códigos del sentir general, que parecen difusos pero sostienen lo deseable, lo que realizamos igual y a pesar de todo.

Es sabido que la política no es tal sin conflicto; y si bien la pelea es una expresión conflictiva, se acota a motivos, personajes y circunstancias cada vez particulares. Los restantes, somos espectadores morbosos o detractores. Pelear no propaga efectos amplios y duraderos que enlacen sentidos sociales compartidos. Es un tembladeral anaecdótico como simulacro de crisis; como dice mi amiga Marita, “crisis hubo siempre, desde que tengo memoria”, así es que nos vamos haciendo inmunes a sus términos. Lo que sobresale es la sensación de fastidio en contraste con las vulgares y corrientes preocupaciones cotidianas.
El simulacro de tensiones,que se dicen importantes, parece empecinado en sus propios límites. En su mezquino cuadrilátero, se suceden acontecimientos dominados por tonos pasionales tristes. Y hace siglos que Baruch Spinoza ya nos advertía acerca de las consecuencias de persistir y gustar de las pasiones tristes: la pérdida de vitalidad.
Esos tonos apasionados de sospecha perpetua, de codicia descarada, de regodeo en el engaño, la condescendencia, la prepotencia o la revancha, no impulsan con alegría la rueda de la vida ni alimentan el ímpetu que demanda la existencia. Los tonos tristes parecen sujetarse a un punto fijo que se sacude con violencia, y en torno de él se desmoronan tantas posibilidades y logros que se adormila la esperanza (pobrecita!!!). Igualmente se hace, se proyecta, se sueña, como se puede.

En medio del tembladeral argento, pienso en los chilenos y en sus espacios devastados. Y mientras gobiernos y grupos privados brindan la urgente ayuda de emergencia, desde esta página me voy hasta Chile de otro modo, de visita al blog de un espacio radial de Valparaíso ya desactivado que se rastrea como blogs.laverdad.es/mundo-placeres. De allí tiendo un lazo de vuelta para acá, en forma de dos videos musicales del grupo chileno JUANA FE, que graba desde 2004.
Los propongo como puerta de salida o escape del texto anterior, en un intento por remediar cualquier incomodidad causada por esta susceptibilidad a los temblores (tristes). Porque hay otros que sí valen la pena….
Es que aún confío en la fuerza del arte para colaborar con los rescates humanos. Cada ocasión de comunicación creativa posee el potencial de reavivar sentidos, de inventar fuerzas vivas y propias para compartir. Y la vidita nuestra puede dar giros impensables, propicios para seguir y recomenzar.
En el primero, la banda con la voz de Ayala, interpreta dos temas pegaditos, LOS TAMBORES, y EL VOLCÁN en un estudio radial, con una fuerza musical y poética sorprendente (al menos para mí, que recién los descubro). Está en http://www.youtube.com/watch?v=Lp_h0TsiYQw
Si te gustó, en el segundo suena CHIQUITITA, imágenes de captura improvisada en la calle, cuando andaban de gira por el interior en épocas de carnaval.
Y se entra por acá: http://www.youtube.com/watch?v=F4ajqdPirWs

SOBRE SILBAR MILONGAS





Hay algo en la milonga que lucha con el silencio, o mejor que se incrusta en esa manera de la ausencia.








Tarde en Areco
Foto Fabiana Silva


De todos modos, no todas las milongas son iguales, no es lo mismo la forma decidora, en tono menor que frecuentan: Alberto Merlo, el maestro Yupanqui, Zitarrosa, doña Suma Paz, a veces Larralde. que parece masticar las palabras entre los acordes escasos.
Que aquella otra algo mas picante, en tono mayor, que suele frecuentar Omar Moreno Palacios, o el mismo Larralde ("galpón de ayer"), modo que Yupanqui llamaba de "galleta y tumba", con algo del humor zumbón del que suelen abusar los criollos cuandos estan alrededor de un fogón, y se anotician de la presencia de algún pajuerano.

Milonga, dicen los que saben, no es otra cosa que "palabra", en alguno de los idiomas del áfrica central, lengua que hablaban los hombres que lucharon a cuenta de las casas patricias del Buenos Aires del 1800, aquellas que reservaban sus vástagos para las niñas de alcurnia, a salvo de la metralla española primero y de las lanzas federales, ranqueles o araucanas, después. Con eso solo quedó algún que otro "negrito mimau" para cebar el mate,

Palabra que se enhebra con el silencio, y lo padece y es sin embargo también, juerga, baile, fiesta.
A eso se refiere también Martín Fierro cuando dice, "a lo lejos, suena una milonga", no habla de una melodía solitaria, emparentada con las gallardas medievales y barrocas, y las melus longas portuguesas del siglo XVI.
Escucha Fierro, el pobre bullicio, que provocan dos o tres paisanos con sus guitarras, un bastonero que organiza la escasa coreografía, y las cuatro o cinco parejas que se avienen a bailar gatos, triunfos y pericones. Es tambien el piano de Sebastían Piana, y su "Milonga triste", los pies de Tito Lusiardo, luciendo los abotinados con los giros picantes de la milonga porteña, en las películas de Carlos Gardel.

Pero milonga sigue siendo el plural de palabra, en el idioma de los kimbundu.
Es el artificio que se nos ha dado por usar, para apenas rozar los objetos.
En su forma surera, la milonga de tono menor, aquella que dice por ejemplo, "del silencio he salido, pa preludiar mi dolor", o "soy como el lion de las sierras, vivo y muero en soledad", es una melodía de trote lento que no se pueden bailar, y se canta en vos baja, como ha dicho aquel cantor "porque gritando no me hallo".

Silbar entonces, será como parar un rato de apurar palabras, suspender ese rumor que no cesa, y dejar hablar al silencio, que no es la negacíon de la palabra o el sonido, es esa otra manera de andar pensando, o mejor aún ni siquiera chiflar, dejar que los ruidos de las cosa acompasen el andar.

"por eso quiero una tarde
dentrar al monte callado
en donde solo se escuche
la marcha de mi caballo,

chiflar pa` que, de que sirve
mejor enciendo un cigarro
y sentir que me voy yendo
mientras se quema el tabaco"

Milonga es entonces decir y hacer silencio.

Miguel Riquelme
a suerencia de Hernan