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La vida es Breve




El carnaval del mundo engaña tanto;
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
Juan de Dios Peza





Cuánto teatralidad hay en nuestras carnavalescas vidas, cuántas provisorias mascaradas vividas para ser reídas.
¿Quién pudiera hacerlo como llora Chavela, no?
Las escenas se suceden y las personas, o sea sus máscaras, prosopopeyas de sí, pasan incesantes representando su ser bajo algunos de sus aspectos, en ciertas circunstancias, durante determinados lapsos.
Pasamos por la vida cual enigmáticos signos recorriendo provisorios campos de juego.


En alguna parte Borges nos recuerda, no sin cierto spleen, que nuestra materia es tiempo, incesante tiempo y ensaya una nueva refutación del tiempo.
Algo decepcionado por cierto. Recorre las máscaras del devenir y de un modo irrefutable se encuentra a sí mismo.
“Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.”

Y Garrick fue Garrick aún cuando el médico lo haya recetado para curar sus propios dolores, los Spleen que lo devoraban, y corroían.
Fue el cómico que curaba con su gracia y reía cuando entre aplausos el público lo reconocía como el más gracioso de la tierra y el más feliz.
El que les devolvía relámpagos de tristeza disfrazados de sonrisa. Porque…
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!..
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!

¿Cuál es el consuelo reservado al cómico para su desesperada sonrisa mal leída?
La corrosiva risa, la estentórea carcajada tal vez sean un secreto consuelo dispuesto para sobrellevar lo espantoso de nuestros destinos.
Quizás la ironía sea el valor supremo a alcanzar en el carnaval de la vida.
Aunque también cuando río fluyo.



Hernán Cazzaniga