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La Comedia de la Vida

El inglés Horace Walpole sentenció una frase repetida hasta el cansancio en cultivantes boletos de colectivo:
“La vida es una Comedia para aquellos que la piensan y una Tragedia para los que la sienten”.
Otro inglés, Chaplin, que sufrió en carne propia la Tragedia de la Vida y la mentó cinematográficamente en forma risueña, supo que lo único que necesitaba para armar una comedia era un parque, un policía y una linda muchacha.
Fórmula sencilla como la de la Comedia del Arte que se impuso desde los primigenios Carnavales, allá por los Siglos XI y XII, cuando la hegemónica cristiandad vio burladas sus apocalípticas predicciones de Muerte.

Las almas y sobre todo los cuerpos no fueron a parar al asador endemoniado.
La Muerte Total, proféticamente anunciada a fines del primer milenio no se había cumplido y se convirtió en objeto de chanzas.
(Hoy las profecías apocalípticas son más prosaicas y se anuncian con crispantes Clarines. Bronceadas médiums rechonchas desde temibles Iglesias Catódicas atemorizan al rebaño.
El medio es el mensaje, ¿no don Marshall? Su fin el Miedo.
La constante es el Terror si de pensar en continuidades se tratara. Tal vez las contemporáneas Comedias del Arte sean representadas con barbijos antigripales o se burlen de las pestes populistas anunciadas por tribunos cívicos que alertan contra los azotes a las formas Republicanas)


La Comedia del Arte emergió en esa muy católica Europa del post milenio, la de los Siglos XI y XII, quizás para celebrar el incumplimiento de los vaticinios agoreros acerca del juicio final.
Para celebrar este triunfo de la Vida sobre la Muerte los hombres revalorizaron la carne y en los carnavales dieron rienda suelta a la alegría popular y a esta forma simbólica, humorística de resolver el fracaso predictivo de los profetas.
Durante siglos Pedrolino (Pierrot para los afrancesados), Arlequín, Colombina y Pantaleone perduraron ensayando su repetida y eficaz burla a la Parca.
Por su actitud sarcástica, su aire de comedia y el disfrute corporal que recuperaba la sensualidad hedónica en contraposición al mandato espiritual imperante hay quienes dicen que los primeros carnavales fueron la recreación de las antiguas bacanales griegas o de las saturnales romanas, aunque descreo de tales continuidades y prefiero pensarla como una nueva Fiesta propiamente cristiana.
Ritual de inversión en el que el orden eclesial (por entonces el orden social) provisoriamente encontró su contra cara.
Las jerarquías divinamente establecidas dejaron el dominio de la escena, de la palabra y la risa en manos de una comunidad de festejantes más que de penitentes.
Hay que reconocerle a la Iglesia Católica su arte para moverse en las contradicciones y articularlas bajo su dominio durante tantas generaciones, aun cuando estas festividades no siempre contaron con la dispensa de las autoridades.
(Por allí anda todavía la milenaria y sacrosanta hegemonizado espectros del universo social con su discurso de Muerte, de condena al disfrute de la sexualidad en defensa de la Vida, ¿no? Celebrando el rito oficial a orillas del santuario del gauchito Gil y otros oximorones eclesiales)

La Comedia del Arte es la celebración burlesca de la Vida.

Representa al fallido funeral de la Cristiandad, es decir la Humanidad concebida como tal.
Pedrolino con su cara pintada a la cal es un muerto bastante necio. Inocentemente afirma estar vivo y por cierto finalmente elude a la muerte. Arlequín es un servidor del mismísimo Diablo, de Don Pantaleone, el derrotado por la picardía de aquel muerto vivo y Colombina no es otra que el alma inmortal, esa que su enamorado Pedrolino no podrá alcanzar. Por su parte el coro de zanni con sus vestiduras blancas son las almas que cruzan la frontera entre el reino de la vida y de la muerte.
Estos personajes deambularon por la Europa Medieval, en giras teatrales, imperando en los carnavales.
Recrearon esta historia que se recreó así misma con el cambio de época.
Ya no serán Dios, ni la Fe los escrutados por esta irónica mirada, sino, acorde al espíritu renacentista y al de los tiempos modernos, las propias pasiones son las actuadas en estas pequeñas Tragedias humanas representadas en tono de Comedia.
Porque desde entonces, ya no es Dios sino las pasiones humanas las que forjan nuestros propios destinos.
Asesinado, acaso por la “conciencia cómica” de aquella sarcástica alegoría del enfrentamiento mítico entre la Vida y la Muerte de la Humanidad, la muerte de Dios liberó a los testigos de sus exequias de los temores, de los sentimientos trágicos de la Vida.
La trama devino en primorosa escena de carnavalescos amores, de personales ilusiones y traiciones pensadas como comedias payasescamente sufridas.

Hernán Cazzaniga

Provisorio para Siempre II

En la provisoria entrada anterior hice mención a esa figura paradojal que es el oxímoron a propósito de la frase “provisorio para siempre” con que el laborioso chapista de mi barrio dio por concluido el arreglo encomendado.
Efectivamente, el hombre había concluido su tarea pero no imaginó que al mismo tiempo iniciaba esta cadena de reflexiones que provisoriamente estuvieron suspendidas durante más de tres décadas.

Bastó que me aconteciera un suceso para que esta serie discursiva en torno a lo provisorio y lo duradero se desplegara. Como ya dije: la invitación a escribir en Provisorio987.blogspot.com.

“Trabalho teim fin, semiosis nao” cantaba Charles Sanders en las playas de Ipanema.

Leo otras entradas de este prestigioso blog y pienso que, tal vez impregnado de las reminiscencias de sus primeras lecturas Levi-Straussianas, Café encuentra ciertas constancias temáticas –al menos en lo que refiere a los sentimientos amorosos- entre las letras de géneros musicales que reunidos sonarían como un verdadero oxímoron: Manic street preachers, Armando Manzanero y Rodrigo…

Los poetas pasan y los temas quedan, algo así como las mujeres y los amigos, ¿no?

Después de todo el reciente finado (que con sus 100 años me hizo creer por un momento que no era provisorio) nos enseñó que las mujeres, como las monedas y los mensajes circulan garantizando la estabilidad de los sistemas de oposiciones que revelan estructuralmente la universalidad del espíritu humano.
Universalidad que mentó cimentada en una regla no escrita pero si inscripta: “el tabú del incesto”.
Regla de las reglas que, en la versión estructuralista, nos diferencia definitivamente de otras especies de la naturaleza e iguala a todos los grupos humanos en su diversidad.
No importa cual sea -dice Levi-Strauss- en todo grupo que se precie de humano siempre va a haber algunas mujeres con las cuales le estará prohibido a los hombres arrimarse con más o menos gana (sea la prima o la hermana).
(Si se levanta de la tumba el Belga me caga a palos)

Este es el principio rector que convierte a las mujeres que les son prohibidas a determinados hombres (ya saben para que) en monedas de cambio para sostener y fortalecer las alianzas entre los grupos emparentados.
(De donde resulta que a los antropólogos no debiera importarles tanto el linaje sino las alianzas, como a los políticos)
De éste modo lo supuestamente débil (al menos en la clásica distinción occidental entre sexos), la mujer, pasa a ser el cemento que consolida el principio estructural de institucionalidad.
Paradójicamente eso que pasa de una mano a la otra, ese don diría Marcel Mauss, hace a la permanencia de lo que se debe resguardar: Las mujeres pasan, las alianzas quedan. (Chacho Álvarez es post estructuralista)

Hablando de matrimonio y actos institucionales Miguel Riquelme también merodeó en su entrada en torno al encuentro de las palabras definitivo y provisorio y elevó su carácter paradojal a la estatura de declaración de principios de este blog abogando por los derechos de las palabras aparentemente más “lábiles o más cobardes” entre las cuales estaría esta noción de provisorio.
Pero ¿por qué Miguel atribuirle a las palabras sentimientos que son de los hombres y no de sus obras? En todo caso los enunciados mueven nuestras emociones y nos señalan quienes somos, bajo alguno de nuestros aspectos.
Ese es el valor de la poesía. Como cuando amenazantes cantábamos en la tribuna de Boca “El más cobarde mató a su madre y el más valiente pa’ que vamo a conta”. (Imagínense los que me conocen atribuyéndome tales actos: un verdadero oxímoron, una contrdictio in extremis, se espantaría don Mariano en su popular columna de La Nación si alguna vez escuchara estas barbaridades).
Palabras y actos no siempre se condicen, a veces los enunciados quedan allí, se pronuncian meramente para fanfarronear o sacar un provecho provisorio: como cuando se jura amor eterno.
No obstante, los actos hablan por nosotros y así como la muerte prestigia al guapo para siempre entre los taitas y lo vuelve duradero en el canto de los vates de fonda, un amor vindica y hace memorable al amante porque como bien decía Silvio:

“La cobardía es asunto/ De los Hombres, no de los amantes, / Los amores cobardes no llegan a amores, / Ni a historias, se quedan allí. /Ni el recuerdo los puede salvar, / Ni el mejor orador conjurar”

He aquí de nuevo, bajo otra fórmula poética la alianza entre lo provisorio y lo duradero, es decir lo digno de recordar.