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Miserabilidades filosóficas

Las Tesis sobre Feuerbach
Escritas en 1845 las once Tesis sobre Feuerbach sintetizan las críticas realizadas por Marx a las ideas del filósofo Ludwig Feuerbach y por extensión al idealismo que se colaba a través de la actitud contemplativa en las concepciones de los jóvenes posthegelianos, aún cuando se reivindicaran como materialistas.
La conservación de una actitud contemplativa frente al mundo por conocer desconocía la actividad "práctico-crítica" como actividad objetiva, productora de la realidad. Marx advertía que no bastaba con afirmar un tipo de explicación material para superar el idealismo sino plantear una actitud diferente frente aquello que llamamos la realidad.
Cien años después un conocido General supo, en estas pampas, interpretarla criollamente, equiparándola a la única verdad. Verdad que debía ser impuesta a fuerza de acción política. (Aunque parezca un poco prepotente)
Es así como en la Tesis 2 sobre Feuerbach afirmaba Marx que “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.”

Estas "Tesis" ponen el acento en la praxis política tal como lo resume la 11, donde Marx postula: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.”
Esta revolucionaria afirmación emplaza a los filósofos a dejar de lado la actitud contemplativa, distante, que caracterizó al saber filosófico previo para dar lugar a un conocimiento producido por la propia intervención del pensador en el mundo pensado, formando parte de su materialización.
El camino dialéctico del pensamiento teórico se orienta a la realidad para transformarla. Desde esta perspectiva la filosofía se asume como una práctica eminentemente política y a los seres humanos, sujetos de la historia, como artífices de su transformación.
Por cierto los hombres entran en escena en una historia hecha pero a su vez son también artífices de las nuevas circunstancias que sus acciones producen.
En este sentido en la Tesis 3 afirma: “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (…) La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”.


El joven filósofo postmenemista
Discurrí superficialmente acerca de las célebres tesituras marxistas para presentar a un joven filósofo ¿postmenemista? o ¿post Leónrozitchneriano? (No es lo mismo)
Alejandro, el hijo del respetado marxpsicoanalista León Rozitchner, reinterpreta la realidad desde lo que podríamos denominar el Macrismo ecléctico, una suerte (mala por cierto) de filosofía post menemista muy PRO.
Este filósofo para managements, influido quizás por las lecturas marxianas de su padre, o por la necesidad más prosaica de hacer una dife, puso su saber filosófico al servicio de la causa de Maurizio, que a esta altura ya todos sabemos que es Macri. (No podemos decir que no lo sabían los porteños, ni él. Se los advirtieron).
Podría ser definido como filósofo de la buena onda, en sintonía con los manuales de autoayuda que predominan en los rankings de ventas literarias y que abrazó una línea de pensamiento cuyo máximo desarrollo intelectual es la concienzuda, convicente y esperanzadora frase “Va a estar Bueno Buenos Aires”, aunque sin dudas se disgustaría con esta costumbre de etiquetar a las personas.
El Ale comprendió que debía asumir un compromiso político si quería ser PRO-activo, si quería lograr que se impusiera el imperio del Bien o mejor de la gente Bian con buena onda, más pum para arriba, como más gerenciadora y para nada ideologizada, ¿vistes?. De la gente joven que mira para adelante.
Pero recuerdo lo de la tesis 3 son los hombres los que hacen que cambien las circunstancias (…) el propio educador necesita ser educado.

Los Misterios de un Ministerio y las miserias del filósofo
Figuras misteriosas poblaron el ministerio de educación PRO porteño. No son precisamente personajes de los cuentos de Mujica Lainez sino hombres de carne y hueso rodeados de algunos trogloditas y muchos sabuesos. “Mala gente que camina y va apestando la tierra” y, entre ellos como diría Antonio Machado “… pedantones al paño/que miran, callan y piensan/ que saben, porque no beben/ el vino de las tabernas”.
En el pretendido imperio del bien PRO el espejo devuelve sus miserias en la pluma de uno de esos pedantones.
Silencioso frente a la escandalosa designación del Fino Palacios al frente de la policía o de las actividades secretas de Ciro James; valientemente el filósofo en cuestión decidió tomar en sus manos el hacha de la verdad y hacer leña de un tronco caído.
Estratégicamente esperó la renuncia de Abel Posse para sentar su postura frente a lo que ya se había expresado el mundillo del rock, la docencia, los organismos de Derechos Humanos y buena parte de la dirigencia política.
Lo hizo en su blog 100volando el 23/12/09 cuando escribió sus 10 tesis o 10 Razones por las que Posse no podía ser Ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad, donde argumentó miserablemente su postura apelando a cuestiones como el suicidio del hijo del renunciante que, los opositores por buen gustó soslayaron, acaso para diferenciarse del caníbal al que se enfrentaban.
En este emprendimiento intelectual se destaca el esfuerzo por conservar el espíritu fundacional de este espacio político que se anuncia como lo nuevo. Ya el dibujito del dinosaurio que acompañó esa entrada pretende ofrecernos una mirada infantil. Fabricada ternura, como la ingenuidad política del niño Maurizio que está gateando sin los pañales puestos.
Más tarde la cadena asociativa pondrá el acento en el valor de la juventud para rechazar al defenestrado y reafirmar la propia identidad política:
En la Razón 1 afirma: “Tiene 75 años. Sería muy raro, no imposible pero sí muy raro, que alguien de 75 años se ocupe de un sector en donde lo nuevo es tan relevante. En ese cargo se trata de sintonizar con el mundo que viene, no con el que se va".
Por ello la tesis número 10 resulta más simpática, onda Gaby Michetti, donde afirma que Abel Posse: “No expresa el verdadero espíritu del PRO y del Gobierno de la Ciudad: una mirada joven, nueva, una visión de la política orientada al logro, al servicio, al entendimiento con otros sectores” Paradójicamente concluye que “Por todo eso, y pese a que algunas declaraciones suyas sobre el tema de seguridad fueran correctas y valientes, (Aqui le reconoce el núcleo básico de coincidencias: Lo nuevo es reprimir) Posse no podía ser Ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad. Donde hubo un Narodowski no puede haber un Posse”
Más bien pareciera que donde un Narodowski contrató a un Ciro James pueden ocurrir otras más siniestras.

No hubo errores, no hubo excesos
La única verdad es la realidad. A pesar del asquito retrospectivo que le provocó toda esta situación al joven filósofo porteño -seguramente a la hora de escribir sus 10 verdades ya se estaba sintiendo algo incómodo entre sus amigos rockeros- sus jefes se empeñan en reafirmar el diestro espíritu de su gobierno.
Ayer, Horacio Rodríguez Larreta, luego de publicadas las tesis sobre Posse, afrimó: “no fue un error la elección del segundo ministro de educación”.
Esta claro que no. Se trata de una concepción de Orden y PROgreso.
Hernan Cazzaniga

¿Ciro James podría haber sido un buen tipo?


Dos noticias provenientes de la CapitAl, en apariencia independientes una de la otra, me hicieron recordar una misma película: La vida de los Otros, dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck (ufff! cuesta más escribir este apellido que leer el Ulyses)
Ocurre que por estos días muchos porteños están emocionadísimos por el hecho de presenciar la caída de bloques de tergopol forrados de tarlatán que simularán ser paredes del Muro de Berlín, la infame pared derrumbada hace 20 años.
Experiencia breve, de apenas unos minutos duración, oportunidad extraordinaria para que el orgullo republicano criollo se cargue de ínfulas olvidando los propios muros sociales: los que atraviesan a la propia comuna y su conurbano.
La otra noticia refiere a una saga de espionaje montada por los mismos PRObos republicanos que posiblemente al recordar este acontecimiento refieran a la libertad y los derechos de los individuos como valores supremos del ideario liberal.
Y entre ellos tal vez el único buen tipo sea, finalmente, el vilipendiado Ciro James al igual que Gerd Wiesler, el capitán de la policía secreta (la Stasi) que con profesionalidad y absoluta lealtad al Partido recolectaba sistemática y burocráticamente pruebas contra el dramaturgo Georg Dreyman, artista mimado por el régimen, por los mismos dirigentes que apoyaban la operación de espionaje contra él y su novia.
La película nos muestra como el régimen de la Alemania Democrática vigilaba a los opositores y a sus propios miembros: castigo y extorsión.

La mirada minuciosa del capitán Wiesler sobre las vidas de estos otros, artistas díscolos, Breschianos ellos, lo interna en un mundo de goce amoroso, creación literaria y actitudes de resistencia a la opresión sumamente seductor y revelador de la pobreza de la propia vida; tan gris y burocráticamente sistematizada ella para vigilar a los otros, para informar a sus superiores, para proteger al sistema de los desvíos.
Su mirada intrusa lo lleva a dar el angustioso e inquietante paso de penetrar en ese universo ajeno e identificarse secretamente con sus valores, a deleitarse con su música. Valores repudiados desde el orden al que adscribía con particular fervor.
Paradójicamente al mismo tiempo que compromete obsesa su mirada (la del régimen) en cada gesto, en cada acto de esas vidas de los otros vigiladas, su propio orden moral y político entra en franca decadencia. “Si tu cabeza esta llena de ratas”, gritaría Cazuza…

Un solo gesto. Una decisión noble, intensamente elaborada, lo pudo redimir y resignificar su propia vida. Liberar la de ese otro obsesivamente vigilado para castigarlo, la de Dreyman, y liberarse a sí mismo a través de un gesto tan secreto como lo fue su vigilancia: Ocultar la prueba buscada durante tantas horas de escucha… a riesgo de perder su lugar en el sistema, de sufrir el castigo de la degradación dentro del sistema.
Horas en las que disfrutó de una música que hasta entonces le era ajena, La sonata del Hombre Bueno, y la hizo suya, música que lo impulsó al acto que le valió años después el reconocimiento de Dreyman y que, solo Wiesler supo que era para sí, cuando ya derrumbado el muro, en la librería, lee en el nuevo libro del vigilado dramaturgo el agradecimiento a ese número secreto que él fue, su clave de identidad de la Stasi. El mismo que fraguó el último informe de la operación para salvar la vida de los otros.
“Es para mí” contestó lacónico Wiesler al librero que le ofreció envolver para regalo la sonata del Hombre Bueno el libro que le había sido dedicado.
Tal vez Ciro James hubiera podido llegar a ser un buen tipo, a disfrutar de la misma emoción, pero lo pillaron antes de que pudiéra saberlo …

Hernán Cazzaniga