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Definitivamente provisorio

Para los que habitamos este rincón del mundo algunas palabras, o algunas frases, especialmente las fatales, suelen tener al menos un par de interpretaciones paradójicas. Podríamos enarbolar varios ejemplos, a saber: “hasta que la muerte nos separe”, suele ocurrir que para evitar eventos sangrientos recurrimos a un abogado, o al juez de paz, o a pequeño bolso azul con dos pantalones una remera y los calzoncillos que estaban limpios, y el dudoso contrato de alquiler de un pocilga, que la inmobiliaria llama monoambiente con kitchinette. En el mismo tren, otra palabra interesante es “definitivo”, ejemplo: el entrenador del equipo de nuestros amores, que va a encarar un trabajo serio con la cantera del club, una tarea basada en el respeto por la historia de la institución y sobre todo desarrollando un proyecto a largo plazo sin atarse a resultadismos, que será reemplazado luego de la cuarta derrota consecutiva sin conseguir goles, por otro técnico igualmente comprometido con los colores y por supuesto “definitivo”

Si entre nosotros aquello que se pretende definitivo puede ser muy endeble, que derecho hay de reclamarle a palabras mas lábiles o mas cobardes, algún tipo de consecuencia. Como decía un amigo francés, “nosotros somos aquello que hacemos, con lo que han hecho de nosotros” y parece que no queda mas remedio. En tal caso contestar preguntas sobre la entidad de un espacio como este, objetivos y duración en el tiempo, no tiene mucho sentido, se me ocurre que por eso recurrimos a lo provisorio, que entre nosotros y en este lugar del mundo, hoy, tiene cierto dejo de “definitivés” si es que la palabra existiese y pudiera ser usada.

miguel riquelme