Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.¿Qué Dios, detrás de Dios la trama empieza,de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Ayer no fui, ni oí Provisorio.
¿Será por eso que sigo mentando situaciones acerca del Café del barrio de mi infancia y los recuerdos de generaciones de “cafés y cigarrillos”?
Tom Waits e Iggy Pop retratados por Jim Jarmusch en la escena que incluí al final de este post se asumen como miembros de esa generación. Pertenecen a la misma de aquellos que yo miraba detenerse en “El Pensamiento”, la de los que a veces me dejaban acompañarlos en la mesa cuando pibe, en los años 70.
Mis mayores; los que me rajaban a casa cuando a la noche empezaba a rondar la Federal.
Mis mayores; los que me rajaban a casa cuando a la noche empezaba a rondar la Federal.
Tiempos en blanco y negro donde el humo del café y de los cigarrillos confluían para tornar aquel local una región gris.
Monocromía de barrio encerrada en cuatro paredes con vidriera para ver y comentar el pasar de la muerte taconeando altanera.
Aquellas nubes envolvían la infinitud de charlas y partidos de truco.
Monocromía de barrio encerrada en cuatro paredes con vidriera para ver y comentar el pasar de la muerte taconeando altanera.
Aquellas nubes envolvían la infinitud de charlas y partidos de truco.
Juegos de gesto adusto, con ceños arqueados, parpados entre cerrados y una mueca de sonrisa, mas allá del pucho.
El lento orejeo de las barajas contribuía a darle suspenso a la intemporal y, en cierto modo, eterna escena. Eterna como el ritual agonístico que, junto al café y otras especias, vino de Oriente: el Ajedrez.
Paradójicamente no recuerdo que el Ajedrez se jugara en “El Pensamiento”. No obstante, una imaginaria estadística asocia sus tableros con estos característicos bares porteños.
En sus mesas “la gravedad del odio de dos colores” se debate continuando esa trama que Borges advierte infinita.
Pero también el vínculo surge metafísicamente sobre sus típicos mosaicos. Cuadrícula sobre la cual se distribuyen las piezas que ejecutan las sempiternas charlas como si fueran las movidas del legendario juego con sus innumerables variaciones.
Las piezas desplazadas ignoran que son movidas por un jugador, a quien Borges imagina movido por un Dios detrás del cual, se avizora un otro que tramó estos recuerdos desempolvados acerca de tiempos y sueños agonizados.
Variantes convertidas en acto, en cada jugada efectuada o en cada enunciado dicho; dejando de lado lo no dicho, lo no jugado. Ubicándolo en otro universo: El de lo dispuesto para jugarse en otra oportunidad, en otra charla, que tal vez contradiga a la anterior... o simplemente trace una asíntota en relación a las que la precedieron.
Paradójicamente no recuerdo que el Ajedrez se jugara en “El Pensamiento”. No obstante, una imaginaria estadística asocia sus tableros con estos característicos bares porteños.
En sus mesas “la gravedad del odio de dos colores” se debate continuando esa trama que Borges advierte infinita.
Pero también el vínculo surge metafísicamente sobre sus típicos mosaicos. Cuadrícula sobre la cual se distribuyen las piezas que ejecutan las sempiternas charlas como si fueran las movidas del legendario juego con sus innumerables variaciones.
Las piezas desplazadas ignoran que son movidas por un jugador, a quien Borges imagina movido por un Dios detrás del cual, se avizora un otro que tramó estos recuerdos desempolvados acerca de tiempos y sueños agonizados.
Variantes convertidas en acto, en cada jugada efectuada o en cada enunciado dicho; dejando de lado lo no dicho, lo no jugado. Ubicándolo en otro universo: El de lo dispuesto para jugarse en otra oportunidad, en otra charla, que tal vez contradiga a la anterior... o simplemente trace una asíntota en relación a las que la precedieron.
El Café es un ajedrez misterioso: cambian las piezas y las jugadas, se suceden las partidas como las palabras que articulan nuevos enunciados, dando lugar a nuevas poesías pensó alguien en otro Barrio, del otro lado de la avenida Rivadavia, en el viejo Palermo de la mítica manzana, dónde se pretende desconocer que Buenos Aires fue fundada en Barracas a orillas del Parque Lezama.

Hernán Cazzaniga