SOBRE SILBAR MILONGAS





Hay algo en la milonga que lucha con el silencio, o mejor que se incrusta en esa manera de la ausencia.








Tarde en Areco
Foto Fabiana Silva


De todos modos, no todas las milongas son iguales, no es lo mismo la forma decidora, en tono menor que frecuentan: Alberto Merlo, el maestro Yupanqui, Zitarrosa, doña Suma Paz, a veces Larralde. que parece masticar las palabras entre los acordes escasos.
Que aquella otra algo mas picante, en tono mayor, que suele frecuentar Omar Moreno Palacios, o el mismo Larralde ("galpón de ayer"), modo que Yupanqui llamaba de "galleta y tumba", con algo del humor zumbón del que suelen abusar los criollos cuandos estan alrededor de un fogón, y se anotician de la presencia de algún pajuerano.

Milonga, dicen los que saben, no es otra cosa que "palabra", en alguno de los idiomas del áfrica central, lengua que hablaban los hombres que lucharon a cuenta de las casas patricias del Buenos Aires del 1800, aquellas que reservaban sus vástagos para las niñas de alcurnia, a salvo de la metralla española primero y de las lanzas federales, ranqueles o araucanas, después. Con eso solo quedó algún que otro "negrito mimau" para cebar el mate,

Palabra que se enhebra con el silencio, y lo padece y es sin embargo también, juerga, baile, fiesta.
A eso se refiere también Martín Fierro cuando dice, "a lo lejos, suena una milonga", no habla de una melodía solitaria, emparentada con las gallardas medievales y barrocas, y las melus longas portuguesas del siglo XVI.
Escucha Fierro, el pobre bullicio, que provocan dos o tres paisanos con sus guitarras, un bastonero que organiza la escasa coreografía, y las cuatro o cinco parejas que se avienen a bailar gatos, triunfos y pericones. Es tambien el piano de Sebastían Piana, y su "Milonga triste", los pies de Tito Lusiardo, luciendo los abotinados con los giros picantes de la milonga porteña, en las películas de Carlos Gardel.

Pero milonga sigue siendo el plural de palabra, en el idioma de los kimbundu.
Es el artificio que se nos ha dado por usar, para apenas rozar los objetos.
En su forma surera, la milonga de tono menor, aquella que dice por ejemplo, "del silencio he salido, pa preludiar mi dolor", o "soy como el lion de las sierras, vivo y muero en soledad", es una melodía de trote lento que no se pueden bailar, y se canta en vos baja, como ha dicho aquel cantor "porque gritando no me hallo".

Silbar entonces, será como parar un rato de apurar palabras, suspender ese rumor que no cesa, y dejar hablar al silencio, que no es la negacíon de la palabra o el sonido, es esa otra manera de andar pensando, o mejor aún ni siquiera chiflar, dejar que los ruidos de las cosa acompasen el andar.

"por eso quiero una tarde
dentrar al monte callado
en donde solo se escuche
la marcha de mi caballo,

chiflar pa` que, de que sirve
mejor enciendo un cigarro
y sentir que me voy yendo
mientras se quema el tabaco"

Milonga es entonces decir y hacer silencio.

Miguel Riquelme
a suerencia de Hernan

2 comentarios:

Unknown dijo...

"Entonces, el Viento deja caer sobre la tierra, a través de la brecha abierta, la hilacha de una melodía, el ay de una copla, la breve gracia de un silbido, un refrán, un pedazo de corazón escondido en la curva de una vidalita, la punta de flecha de un adiós bagualero."
Atahualpa Yupanqui, El canto del viento

Hernán dijo...

Guaaaapo el gaucho Riquelme
que lejos de ser amedrentado por el desafío salió al ruedo milonguero y,
relució con sus puntadas
enhebrando en el silencio
las provisorias palabras que,
suenan eternamente acompañadas de guitarras.

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