Provisorio para siempre

Cuando Café me invitó a escribir algo para este embolante Provisorio987.blogspot.com me resonó la primera vez que escuché esa palabra, quiero decir la primera vez que despertó mi curiosidad el término provisorio.
(Tal vez antes la oí o pasó frente a mi vista, como tantas otras que pudieron ser y no fueron objeto de mi atención)

Fue de chico cuando una picadura ostensible en la puerta cancel de mi casa, en Barracas, reclamaba una reparación histórica.

-En aquellos tiempos la puerta cancel cancelaba provisariamente durante las horas nocturnas. Claro si el último en entrar recordaba cerrarla. En general quedaba abierta y el zaguán al que daba acceso era un lugar de paso, al menos para mí… (Posiblemente mis hermanos mayores se estacionaran más tiempo, no lo recuerdo. En realidad me parece que el zaguaneo, esa institución amorosa, es de un tiempo anterior a la adolescencia de ellos que nacieron a lo largo de los ‘50s. Es una costumbre más pre‘60s, ¿no?)-

Digresión zaguanera aparte, la frase que me hizo tomar conciencia de la palabra en cuestión la pronunció el chapista al cual mis viejos le habían solicitado un trabajo baratito, como para salir del paso, provisoriamente, hasta que la situación económica cambiara.
Orgulloso aquel hombre presentó su trabajo afirmando que era “provisorio para siempre”.
Con el tiempo pude comprobar que era tan cierta su afirmación como desacertada la creencia de mis viejos de que la situación económica familiar mejoraría pronto.
Sin dudas, algo raro había en aquella ingeniosa frase que despertó la risa y comentarios posteriores de mi vieja. Algo que contrarió a la mente del niño que era entonces. Tal vez porque no entendía de qué se reían.
Mucho tiempo después comprendí que los dos términos remiten, cada uno de ellos por separado, a sentidos opuestos; refieren a extensiones temporales contrapuestas, pero que, al estar unidas en una única expresión no hacen más que plantear un absurdo lógico.
Juntas niegan al tiempo, al menos su concepción como extensión unidimensional, como línea infinita, segmentable en duraciones de diferente magnitud, que sigue una dirección y un sentido que, a su vez, da sentido a nuestras trayectorias vitales, a nuestros proyectos y rememoraciones: Instituye la idea de un pasado-un presente-un porvenir entendidos como un continuum en el cual se irán acumulando experiencias. Una suerte de cuenta donde depositar saberes, poderes y todo tipo de bienes capitalizados en los diferentes órdenes de la vida.

Concepción moderna, como el Capital, tal vez creada para que no nos sintamos meros “… accidentes, esperando suceder” como afirma nietzcheano el tío que cita Café en el artículo sobre CapitAl, la película de Augusto González Polo.

Me pongo algo socrático, ahora que caigo en la cuenta acerca de la persistencia y de la provisoriedad de nuestros ignorantes conocimientos y me queda claro que a los 9 o 10 años desconocía que el chapista había recurrido a una figura poética que cotiza alto entre los críticos literarios. Por supuesto ni sabía que tal cosa pudiera tener un nombre y mucho menos que fuera tan peculiarmente sonoro como oxímoron.
Mi ignorancia de entonces sobre este punto, se revela ahora relativamente provisoria y sin embargo éste y otros conocimientos que he aprendido y aún los que aprenderé en lo que me resta no alcanzan, en lo absoluto, más que a ocupar una ínfima parcela en relación a la vastedad de mis ignorancias: Todo aquello que esta fuera de mi universo vocabular y que permanecerá ajeno a mi inteligibilidad, a los diálogos que entable con mis congéneres: Esos mundos posibles de ser vividos y que, siendo sucederes pueden tornarse aconteceres, al menos para quienes les atribuyan significación y los tornen duraderos –como duradera es la frase del chapista que traje de nuevo, que actualicé en este relato; esa que se diferenció entre tantas que cayeron en mis olvidos o desatenciones, que perdieron la posibilidad de actualizarse, de volver a ponerse en acto, aunque más no sea en otro contexto, en otros diálogos-.

Aconteceres duraderos como creía, por entonces, eran los sólidos adoquines de mi cuadra porteña, imaginada tan eterna como la mítica manzana borgeana.
Hoy sólo sé que son vestigios de mí. De ellos no queda nada. Provisorios fueron y sin embargo perduran en los recuerdos de los memoriosos, en sus relatos: como aquellos malevos que ya no eran cuando nací y que ni sé si caminaron por las veredas que yo pisé.
Aquellos graníticos cubos fueron cubiertos por el licuoso y frágil asfalto como diría el polaco Zygmunt Bauman en tono de milonga y los cuchilleros que poblaron aquella orilla de la capitAl son hombres que expresan de otro modo sus frágiles sensibilidades.
La guapeza no es para cualquiera en estos tiempos –nunca lo fue- y hasta es más probable encontrarla en una marcha por el orgullo gay que por aquellos andurriales que frecuentó alguna vez haciendo gala de un estilo masculino acaso perentorio.
Provisoriamente me despido con un hasta siempre.
Hernán Cazzaniga

1 comentarios:

Edgardo dijo...

Provisorio se asocia casi siempre con precario, pero ¿que es provisorio y que es para siempre? Lo que era para siempre y definitivo en nuestro ideario, como los adoquines de la cuadra, el conventillo de Chichilo, la ventana de Don Raul el zapatero remendon con el cartel de "Arreglos para hombre y varon", el escalon del zaguan oficiando de asiento del salon de fumadores (furtivos) o sala de precoses escarceos amorosos, ya no estan o no son, y solo viven en el recuerdo, Pero la puerta cancel con arreglo provisorio para siempre es la misma y sigue estando y sobrevivio a un tiempo que ya no es. Asfalto en ves de adoquines, Duplex en ves de conventillos y casi nada en ves del espiritu del barrio, donde todos sentados en el cordon alto pasabamos horas hablando de...? sin preocupacion ni temores porque fuera tarde, y todos sabian el nombre de todos. El chapero no se equivoco en su sentencia, lo unico provisorio para siempre fue la puerta cancel.

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