Isol Misenta


Por Irupé Tentorio

LAS12

PÁGINA/12

La delicadeza con la que Isol sabe comunicar el mundo donde eligió vivir, se llega a ver en sus ilustraciones, llenas de colores suaves y trazos desiguales. Es que ella supo combinar esa mujer independiente y decidida, con la inocencia absoluta que se puede apreciar en sus libros, donde es capaz de acercar un mundo en el que todo es posible. Su paso por la carrera de Bellas Artes le abrió un abanico de amplias posibilidades la poesía y la literatura supieron dar forma a lo que intentaba desde un comienzo expresar, una mirada diferente de la vida rozando un dejo de cuestionamiento y logrando que estas historias tengan como fin alejarse de la idea convencional. Su clave es intentar no aburrirse, no caer en un lugar común que lleve al alineamiento de su producción es por eso que el bucear sobre nuevos territorios alimentan su mundo interior.

Varios de sus libros se encuentran editados por editoriales extranjeras lo que le ha permitido el encuentro con varios artistas. Con respecto a esto, cuenta: “Los encuentros rodeados de otros artistas son muy enriquecedores y ayudan a no quedarse todo el tiempo en un solo mundo personal, es lindo pasear un rato por los de otros y aprender de otras miradas”, fantasea que eso también suceda con su trabajo para que el lector encuentre una mirada que lo inspire en su propio viaje.

Isol además canta muy bien y junto con su hermano Zypce grabaron un nuevo proyecto llamado Sima, donde también pone letras a las melodías y nuevamente su suave mundo vuelve a convocar.

-¿Cuándo aparecen las ilustraciones infantiles como un interés en tu vida?

-Desde chica dibujé y me gustaron las historias dibujadas, los libros, los cómics, los cuadros, la poesía…dentro de esto, algunos libros dirigidos a niños me parecieron siempre maravillosos. Al estudiar bellas artes, y también vincularme con la poesía y la literatura, fui encontrando una manera de contar historias a través de imágenes que a la vez entra en el género de los libros ilustrados para niños. Pero yo soy una adulta, y desde mi propia cabeza escribo, llevando mi interés sobre algunos temas a la idea de una narración dibujada. Mi pasión es jugar con las posibilidades que este medio me ofrece, poder hacer mi arte de una manera en que llegue a bastante público, y encontrar desafíos y sorpresas que me entusiasman en ese camino.

-¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo y cuáles son las complicaciones que a veces se presentan?

-Lo que me gusta es planear cómo voy a contar algo, meterme en el proyecto que voy a investigar, buscar la estética y los encuadres como si fuera una directora de cine de mis libros y ver como las cosas de a poco empiezan a encajar. Lo más difícil a veces es darle el tiempo a cada proyecto para que llegue a ser algo interesante y mantener la cabeza abierta a lo que aún no conozco. Fuera de mí, las complicaciones que se presentan más que nada pueden ser técnicas, ya que soy muy cuidadosa con la manera en que pienso mis libros y a veces la impresión o la calidad editorial no ayuda al libro, lo que puede ser muy frustrante. Por ejemplo, en el caso de mi libro “Tener un patito es útil”, el libro tardó siete años en ser publicado, por ser un formato muy extraño para la editorial.

-¿Quién sigue siendo en tu vida, un referente en el mundo de las ilustraciones?

-En este momento el ilustrador alemán Wolf Erlbruch es uno de mis más admirados. Mis referentes son muchos, porque al amar este medio consumo bastantes libros y cómics. Lo que rescato en un autor es una búsqueda personal y el saber contar una historia desde una opinión no obvia, y a la vez comprometida. El ilustrador debería ser una suerte de poeta de la imagen, en el sentido de no ser literal sino de abrir significados.

-¿Cuál fue el primer logro que te empujó a seguir con el mundo de las ilustraciones?

-Puntualmente, haber sido seleccionada por la editorial FCE de México en su concurso A la Orilla del Viento, en 1996, me abrió una puerta enorme para hacer mis libros. Fue muy importante que mi primera publicación fuera un proyecto totalmente propio, con mis textos y dibujos, y haber sido elegida por una de mis editoriales preferidas.

-¿Cómo fue la experiencia de poder ilustrar “El cuento de navidad de Auggie Wren” de Paul Auster?, ¿Cómo se dio ese vínculo?

-El texto de Paul Auster que ilustré fue publicado en forma de libro ilustrado, con un concepto de colección para jóvenes. Pero es un libro para cualquiera, como me gustaría que fueran todos los míos, más allá de que sus protagonistas suelan ser niños y sean disfrutados por ellos. Fue una experiencia maravillosa por el nivel del texto y la libertad de acción que tuve. Saber que a Auster le gustó mi trabajo es muy reconfortante, porque a mí me gusta mucho el suyo. El libro sigue siendo editado en muchos idiomas, funciona muy bien el diálogo entre los dos lenguajes, es una suerte haber podido estar en ese proyecto, donde además trabajé con fotos y objetos, cosa que no había hecho antes. Los textos me llevan a veces a técnicas que antes no me hubiera imaginado usar, en esa búsqueda de relación con la literatura y sus imágenes.

-¿Existe algún punto de conexión en vos entre tu trabajo como ilustradora y tu trabajo como cantante?

-Claro que sí; en un lugar se trata de armar un mundo, de contar una historia y elegir la manera de hacerlo desde un lugar propio. Suelo comparar los elementos de la canción (letra y música) con los del libro ilustrado (texto y dibujo), porque en ambos medios hay un diálogo que arma un discurso que no sería el mismo si uno de los elementos dijera otra cosa. Ahora que estoy también componiendo mis canciones, la unión se nota aún más. Lo que se complementa en mi vida al hacer estas actividades es mi placer de estar enfrente a la gente cuando canto, y usar mi cuerpo como instrumento, y por otra parte el trabajo fino de laboratorio, mediatizado por el libro, que hago cuando dibujo; es bastante extremo: momentos de mucha soledad y tranquilidad, y momentos de mucha exposición y adrenalina.

-En este momento se encuentran algunas ilustraciones tuyas expuestas en la muestra que reúne a varios ilustradores llamada “Mundos para mirar” en la Fundación Osde ¿qué elementos tuviste en cuenta en la elección de las obras?

-La muestra la curó la artista Liliana Menéndez, y ella realizó la selección de las obras. Por suerte eligió unos de los trabajos que más me gustan: los dibujos que hice para el libro “El bazar de los juguetes”, de editorial Además. Son bastante paisajísticos y pictóricos, y funcionan bien como dibujos autónomos en la muestra, que por otra parte es fantástica.

-¿Qué crees que a un pequeño le llama más la atención de tus ilustraciones?

-Yo trato que mi trabajo sea sugestivo y genere preguntas o situaciones, pero cómo eso llega al lector, es un camino personal. A lo que apunto es a trabajar con humor y con imágenes que no son las mismas que un chico ya vio cien veces. Eso puede provocar sorpresa y un cierto despertar de la curiosidad, lo que da mucho placer. Trato de trabajar con un criterio de lo que a mí me llama la atención, esperando que eso funcione con los demás…

-¿Cuál es tu próximo desafío dentro de tu trabajo con la ilustración?

-En este momento estoy con algunos proyectos nuevos en mente, con textos propios; son ideas nuevas y el desafío es lograr que queden bien, poder llevar estas intuiciones a un objeto que mantenga esa primera magia que me llevó a imaginarlo. Este año hice una animación también por primera vez. También estoy en una galería de arte hace un año, lo que me lleva a pensar en algunos dibujos fuera del formato de libro. Por otra parte, en unos días parto a España a dar un seminario con ilustradores de allá, donde estarán algunos de mis héroes como Beatrice Allemagna (de Italia) y Kveta Pacovska (de Republica Checa).

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