BAJO METRALLA


Alguien, parece que es el año 1942, encuentra un libro, junto a otros libros, escombros, restos de muebles. Se detiene en el título y en los glifos de la portada. Imagino que busca algún lugar donde sentarse y revisar sus tesoros. El libro recoge el trabajo de una investigadora rusa sobre las ruinas de Palenque, se trata de una edición en tapa dura con el dibujo en detalle de los jeroglíficos mayas. La biblioteca, o lo que queda de ella está en Stalingrado, nuestro lector quiere ser lingüista, y el libro es o contiene una revelación. Otra leyenda cuenta las peripecias de un soldado austriaco, enrolado en el ejército alemán. En medio de la niebla de metralla, y el gas mostaza, simplemente se queda sentado en el medio del campo garabateando en una libreta marrón sin detenerse ante nada, como si alguien le dictara un texto que no puede dejar de escribir. Es 1916, está en Verdún, desde hace meses peleando por cien metros de tierra, que cotidianamente cambian de dueño.

Uno de nuestros hombres se llamó Yuri Valentinovich Knorozov, en la ocasión que relatamos no tenía veinte años, será el responsable de establecer los principios para descifrar los códigos mayas, y convertir en palabras esos signos tan lejanos. El otro soldado era Ludwig Wittgenstein, que golpearía severamente algunas seguridades de la filosofía. Estas referencias obligan a algunas preguntas que allí se quedarán.

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