Provisorio para Siempre II

En la provisoria entrada anterior hice mención a esa figura paradojal que es el oxímoron a propósito de la frase “provisorio para siempre” con que el laborioso chapista de mi barrio dio por concluido el arreglo encomendado.
Efectivamente, el hombre había concluido su tarea pero no imaginó que al mismo tiempo iniciaba esta cadena de reflexiones que provisoriamente estuvieron suspendidas durante más de tres décadas.

Bastó que me aconteciera un suceso para que esta serie discursiva en torno a lo provisorio y lo duradero se desplegara. Como ya dije: la invitación a escribir en Provisorio987.blogspot.com.

“Trabalho teim fin, semiosis nao” cantaba Charles Sanders en las playas de Ipanema.

Leo otras entradas de este prestigioso blog y pienso que, tal vez impregnado de las reminiscencias de sus primeras lecturas Levi-Straussianas, Café encuentra ciertas constancias temáticas –al menos en lo que refiere a los sentimientos amorosos- entre las letras de géneros musicales que reunidos sonarían como un verdadero oxímoron: Manic street preachers, Armando Manzanero y Rodrigo…

Los poetas pasan y los temas quedan, algo así como las mujeres y los amigos, ¿no?

Después de todo el reciente finado (que con sus 100 años me hizo creer por un momento que no era provisorio) nos enseñó que las mujeres, como las monedas y los mensajes circulan garantizando la estabilidad de los sistemas de oposiciones que revelan estructuralmente la universalidad del espíritu humano.
Universalidad que mentó cimentada en una regla no escrita pero si inscripta: “el tabú del incesto”.
Regla de las reglas que, en la versión estructuralista, nos diferencia definitivamente de otras especies de la naturaleza e iguala a todos los grupos humanos en su diversidad.
No importa cual sea -dice Levi-Strauss- en todo grupo que se precie de humano siempre va a haber algunas mujeres con las cuales le estará prohibido a los hombres arrimarse con más o menos gana (sea la prima o la hermana).
(Si se levanta de la tumba el Belga me caga a palos)

Este es el principio rector que convierte a las mujeres que les son prohibidas a determinados hombres (ya saben para que) en monedas de cambio para sostener y fortalecer las alianzas entre los grupos emparentados.
(De donde resulta que a los antropólogos no debiera importarles tanto el linaje sino las alianzas, como a los políticos)
De éste modo lo supuestamente débil (al menos en la clásica distinción occidental entre sexos), la mujer, pasa a ser el cemento que consolida el principio estructural de institucionalidad.
Paradójicamente eso que pasa de una mano a la otra, ese don diría Marcel Mauss, hace a la permanencia de lo que se debe resguardar: Las mujeres pasan, las alianzas quedan. (Chacho Álvarez es post estructuralista)

Hablando de matrimonio y actos institucionales Miguel Riquelme también merodeó en su entrada en torno al encuentro de las palabras definitivo y provisorio y elevó su carácter paradojal a la estatura de declaración de principios de este blog abogando por los derechos de las palabras aparentemente más “lábiles o más cobardes” entre las cuales estaría esta noción de provisorio.
Pero ¿por qué Miguel atribuirle a las palabras sentimientos que son de los hombres y no de sus obras? En todo caso los enunciados mueven nuestras emociones y nos señalan quienes somos, bajo alguno de nuestros aspectos.
Ese es el valor de la poesía. Como cuando amenazantes cantábamos en la tribuna de Boca “El más cobarde mató a su madre y el más valiente pa’ que vamo a conta”. (Imagínense los que me conocen atribuyéndome tales actos: un verdadero oxímoron, una contrdictio in extremis, se espantaría don Mariano en su popular columna de La Nación si alguna vez escuchara estas barbaridades).
Palabras y actos no siempre se condicen, a veces los enunciados quedan allí, se pronuncian meramente para fanfarronear o sacar un provecho provisorio: como cuando se jura amor eterno.
No obstante, los actos hablan por nosotros y así como la muerte prestigia al guapo para siempre entre los taitas y lo vuelve duradero en el canto de los vates de fonda, un amor vindica y hace memorable al amante porque como bien decía Silvio:

“La cobardía es asunto/ De los Hombres, no de los amantes, / Los amores cobardes no llegan a amores, / Ni a historias, se quedan allí. /Ni el recuerdo los puede salvar, / Ni el mejor orador conjurar”

He aquí de nuevo, bajo otra fórmula poética la alianza entre lo provisorio y lo duradero, es decir lo digno de recordar.

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