miradas


Que no se muere por amor
es una gran, bella, verdad
y eso mismo, dulcísimo amor mío,
es lo que, desde mañana,
me sucederá...
Yo viviré sin ti
aunque todavía no sé
cómo yo viviré...

Che non si muore per amore
e' una gran bella verita'
percio' dolcissimo mio amore
ecco quello, quello che, da domani
mi accadra'
Io vivro' senza te
anche se ancora non so
come io vivro'

Lucio Battisti


Primero Liviana Divaga trayendo a Mina desde sus legendarios ocultamientos... tan suelta y fresca para atropellarnos con la intensidad como si solo se tratara de una garganta y un talento para la interpretación... Digo, ¿qué palabra le hace justicia a semejante expresión?

Luego Café (tan hipertextual para decir que es tan hiperromántico...) hace un despliegue brillante para dejarnos, al final, delante de ella, que caminando se arregla el pelo...
Él mira, y se enamora...

Y es que es en la mirada, la propia -siempre la propia- donde está la belleza, y claro, el amor. Así pasan las modestas estrellas particulares a recordarnos lo que es un año luz, para el que jamás tendremos medida ni noción...

Así, juntando a Mina, y a ella cuya mirada enamora -y nosotros, que mirando le damos la razón- volví a pensar en Elena Roger, a quien vi varias veces sobre un escenario y sin vidrios de por medio.

Por supuesto, yo también me quedo sin palabras



Tarde, mucho más tarde, cuando oscurece un poco y es posible buscar algo de esa luz en nosotros, vuelvo a maravillarme con la distancia y la armonía que hay entre Mina y Elena Roger, lo de ellas, lo de Café, lo de Liviana, lo de todos, es simple, personal y extrema, interpretación.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

Los lazos pelirrojos, esas voces que son todo cuerpos vibrantes, operísticos. Gracias a tu asociación interpretativa, Sil, descubro a E.Roger. Evidentes y profundas afinidades nos mueven (con/sin nuestro consentimiento), no? Maravilla!!!
Liviana D.

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