La parada (Sobre la muestra "Por el momento" de Daniela Pasquet)
La cinta de empaquetar. Permítanme, empezar por ahí. Una cinta adhesiva lo suficientemente fuerte como para cerrar un paquete y – a su vez – lo considerablemente frágil, como para poder abrirlo. Las fotos están sostenidas en cinta de empaquetar. Muestra provisoria, de tránsito, como en las casillas donde se despliega el tiempo de la espera, el tiempo de no estar. Justamente, la muestra - dentro de la muestra Visualidades en tránsito compartida por Andrés Gehrman, Patricio Nadal, Marlene Ciszlach y María Blanca Iturralde- , tiene por título: Por el momento. Así está escrito, en el papel, con la letra de quien escribe algo, un mensaje, una nota, que no tiene mas intención que la de avisar algo, por ejemplo: “me fui” o, por que no, “ya vengo”. Mas abajo se aclara, con la misma letra, en el mismo papel: “Fotografía digital” y la autora: Daniela Pasquet.
Nada más lejano de la letra manuscrita, de la cinta de empaquetar, del soporte en papel de quien sabe cuantos miligramos, que la fotografía digital. Aunque, si quisiéramos atar sentidos, la efímera materialidad de los mensajes en papel, de los avisos, de ciertas breves y fulminantes declaraciones bien podrían homologarse en esas imágenes etéreas, virtuales, hechas de brillos y contrastes sin otro soporte que la luminosidad que cubre la pantalla de un monitor pasibles de desaparecer sin siquiera dejar cenizas. Pero las fotos (digitales), enmarcadas y sostenidas en cintas de empaquetar están impresas en papel.
Paisajes en blanco y negro, escala de grises para ser más precisos (si es que se puede ser preciso en esta arbitraria e insolente interpretación). Rutas misioneras y correntinas, el asfalto y el paisaje de árboles homologados en el gris y diferenciados en las múltiples y diversas combinaciones de claroscuros. Y allí, casi siempre en el centro, las paradas. Pequeños refugios de la espera que a veces ni siquiera protegen del sol o la lluvia. A veces como simple referencia para el que se va, o para el que llega. Y las fotos iluminan photoshopeadas en colores cálidos ese no-lugar, subrayando su presencia, su lugar de referencia, su punto de tránsito.
Las casillas están vacías, no hay nadie ahí. No hay mujeres con niños y bolsos esperando, no hay hombres con ropa de trabajo, no se ven guardapolvos, ni ropa de salida. Alguna bolsa que el viento dejó paradógicamente en alguna parada. En las fotos, o ya se fueron, o todavía no llegaron. Daniela Pasquet supo encontrar - supo capturar - el paisaje del momento que todavía no es. No hay ni restos, ni huellas, ni percepciones anticipatorias. Ni el ómnibus, ni quien se fue en el, o tal vez llegó, ni siquiera esa sutileza que suele ser el delay de las despedidas. Las casillas fueron rescatadas de su destino de ser olvido, de ser lugar de paso, para ser el centro de una muestra de fotos. Vale la pena detenerse y observar – reconocer o descubrir - la mirada de la autora sobre los lugares del no estar. La parada que, detenida en el tiempo, fue cazada con un disparo preciso y expuesta en el museo, sostenida con cinta de empaquetar.
Nada más lejano de la letra manuscrita, de la cinta de empaquetar, del soporte en papel de quien sabe cuantos miligramos, que la fotografía digital. Aunque, si quisiéramos atar sentidos, la efímera materialidad de los mensajes en papel, de los avisos, de ciertas breves y fulminantes declaraciones bien podrían homologarse en esas imágenes etéreas, virtuales, hechas de brillos y contrastes sin otro soporte que la luminosidad que cubre la pantalla de un monitor pasibles de desaparecer sin siquiera dejar cenizas. Pero las fotos (digitales), enmarcadas y sostenidas en cintas de empaquetar están impresas en papel.
Paisajes en blanco y negro, escala de grises para ser más precisos (si es que se puede ser preciso en esta arbitraria e insolente interpretación). Rutas misioneras y correntinas, el asfalto y el paisaje de árboles homologados en el gris y diferenciados en las múltiples y diversas combinaciones de claroscuros. Y allí, casi siempre en el centro, las paradas. Pequeños refugios de la espera que a veces ni siquiera protegen del sol o la lluvia. A veces como simple referencia para el que se va, o para el que llega. Y las fotos iluminan photoshopeadas en colores cálidos ese no-lugar, subrayando su presencia, su lugar de referencia, su punto de tránsito.
Las casillas están vacías, no hay nadie ahí. No hay mujeres con niños y bolsos esperando, no hay hombres con ropa de trabajo, no se ven guardapolvos, ni ropa de salida. Alguna bolsa que el viento dejó paradógicamente en alguna parada. En las fotos, o ya se fueron, o todavía no llegaron. Daniela Pasquet supo encontrar - supo capturar - el paisaje del momento que todavía no es. No hay ni restos, ni huellas, ni percepciones anticipatorias. Ni el ómnibus, ni quien se fue en el, o tal vez llegó, ni siquiera esa sutileza que suele ser el delay de las despedidas. Las casillas fueron rescatadas de su destino de ser olvido, de ser lugar de paso, para ser el centro de una muestra de fotos. Vale la pena detenerse y observar – reconocer o descubrir - la mirada de la autora sobre los lugares del no estar. La parada que, detenida en el tiempo, fue cazada con un disparo preciso y expuesta en el museo, sostenida con cinta de empaquetar.
Cafe Azar
Posadas, mediados de septiembre del 2010
Posadas, mediados de septiembre del 2010
2 comentarios:
Presentación más bien austera de la muestra, sin recursos de iluminación espacial, ni enmarcado especial, ni identificaciones rigurosas.
Cuando transité por ella, previa observación de la generalidad me detuve en cada una de esas paradas. El recurso visual de resaltarlas por sobre su contexto, de hacer que la mirada se centre inmediatamente en ellas, me hizo pensar en la infinidad de historias que pueden haber transitado por cada una. Un cementerio por detrás, un gran pastizal, un camino que lleva a algún lugar. Paradas, de colores, texturas y construcciones diversas, con inscripciones y marcas del paso del tiempo, estáticas y estéticas, que tal vez ya no sean paradas y ahora sean solamente posibles refugios. Un rescate de lo que hay “Por el momento” y no vemos.
mirá vos. Y yo que no logro nunca que la cinta scocht quede lisita. ¿Seré considerado alguna ves por eso un artista sinuoso en alguna galería de arte contemporáneo?
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