El Blog está en orden

Felices Pascuas!

Escuché innumerables veces este deseo pero una me dejó y, creo que a muchos de los que por entonces habían asumido la militancia en el campo de la defensa irrestricta de los Derechos Humanos, en ascuas. Es decir sobresaltado por una sensación de extrañeza, que a poco de andar se convirtió en indignación y decepción. Eso si crispó y desmovilizó a la ciudadanía.

Para muchos fue el momento de quiebre de una ilusión, ¿de cierto pacto? Pacto tácito aún cuando no estábamos del todo de acuerrdo en la letra chica.

Pero para UNO fue el momento que opacó por siempre su vida, luego vinieron otros dobleces e impopularidades.

Extrañas coincidencias de la historia: Aquel mal paso y el paso a su inmortalidad, tiempo después, se reunieron alrededor de aquella festejada Pascualita Luna para unir metafísicamente el recuerdo de aquel Hombre y su circunstancia políticamente más despreciable.
El punto de su declive que sólo la muerte logró revertir.
Paradojas del destino de ciertos Hombres de Estado a los que la muerte redime. A otros ni el recuerdo los disfrazará de santos.

El análisis distanciado del difunto permite pensarlo en sus múltiples aristas, en la complejidad de su modo de actuar y las circunstancias a las que enfrentó. Invita a ejercer la bondad.

A un año de las exequias se reavivan los homenajes y las exégesis de su vida.
Exégesis en prespectiva que buscan legitimamente posicionamientos presentes. Que encajan la ausencia física del evocado en el presente de la disputa por el sentido.

Y está bien que así sea. Como político forma parte del discurso político, de ese tipo de relato que afirma a la vez quienes son los partidarios de una tradición que quiere proyectarse hacia el futuro, a quienes se oponen y a aquellos a los que pretenden sumar, ofreciendo una visión del deber ser, o del como sería lindo que fuera.

Lamentablemente en los útimos tiempos la expresión de estas visiones para algunos se reducen a una suerte de "va a estar bueno la argentina" cuando todos nos pongamos de acuerdo.
Es decir, de un no hacerse cargo del conflicto social o ponerlo en el afuera, dónde están los crispantes. De un surfear sobre la superficialidad sin aventurarse a los pliegues de la ola.

Tal vez por eso las versiones oficiales de quienes se disputan la herencia de Alfonsín (incluso portando su nombre y apellido) me resultan poco atractivas, no cuentan con mi adhesión, me ubican en otro lado.

En contraposición quisiera, para no ser descortes y ligar al muerto con ese único hecho, (o con el pacto de olivos, o con la incapacidad para enfrentarse a los grupos económicos que se lo llevaron puesto...) compartir esta lectura de un blog que se define como PUNK, NERD y Peronista que me resuena desde hace un año, cuando las loas al personaje corrieron por ríos de tinta y de bits.

miércoles 1 de abril de 2009

EL PRESIDENTE DEL PAÍS DE MAFALDA





Mafalda es la expresión cultural más acabada de la Clase Media. Una protagonista caracterizada por una insoportable capacidad de indignarse y una conciencia social poco comprometida, que se limitaba a comentar lo mal que funcionaba un mundo manejado por fuerzas ajenas al mismo comentarista. Todo esto sazonado por un posibilismo bienpensante condenado a las peores decepciones. ¿Tienen algún amigo/compañero de trabajo así?Para Mafalda los años '60 habrían sido un agradable paseo si no fuera por la guarangada que cometió Onganía al meterse con la Universidad (ser Universitario es una señal de distinción más clara que el barrio en el que se nació). La proscripción y la intervención de los sindicatos estaban dentro del límite de lo aceptable, los Bastones Largos eran intolerables.Este personaje perfeccionado en los años '60 entró a los '70 desorientado, ya que el cordobazo le recordó la existencia de otro país. Los años de la represión ilegal fueron una época de horror para Mafalda, pero siempre visto desde afuera. Siempre como comentarista indignado, condenando en abstracto desde las líneas de su tira cómica.Está de más decir que la carrera política del Dr. Alfonsín siguió fielmente esta elipse, y se consagró en el '83 con los votos de millones y millones de mafaldas, muchos antiperonistas y bastantes compañeros. Fue el presidente del país con el que soñaba Mafalda. Por eso se dirá que "fue un político de la Democracia", porque para Mafalda la única democracia válida fue ésta, la democracia peleada con los sindicatos y con un peronismo derrotado. Por eso es que hoy y en las próximas semanas escucharemos tantas pavadas y tantas frases vacías. Son las cosas que se escuchan cada vez que llora Mafalda.Nosotros rescatamos a otro Alfonsín. Al Alfonsín estadista, aquél que sabía que gobernar un Estado no es lo mismo que hablar en la tele. Aquél que mandaba a la oposición "al llano"; que tomaba la palabra en la Catedral para discutir con la Iglesia y que soportó estoicamente la chiflatina propinada por la Sociedad Rural en el año '88. Un presidente que le vendía armas a Irán desafiando al consenso de Washington y que votaba en favor de Cuba en la asamblea de la OEA. El mismo que no tuvo miramientos en negar espacio televisivo a abiertos simpatizantes y cómplices de la dictadura militar como Gerardo Sofovich y Mirta Legrand. Rescatamos al Alfonsín que no le gustaría a Nelson Castro y que le genera contradicciones insalvables a Mafalda.
Una proclama de ManuK
Hernán Cazzaniga

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