El castigo como doxa, sobre La cinta blanca de Michael Haneken



Después de ciertas reescrituras, de eliminar referencias a los momentos de escribir estas líneas (la ceremonia de la entrega de los Oscar, por ejemplo), de algunas dudas académicas, de esperar a que el youtube se estabilice (algunas teorías conspirativas de origen mafaldiano sospechan de la intervención china), de que Hernán Cazzaniga encuentre otro canal, tan o más placentero que la escritura en el blog, para desplegar su líbido, aquí va esta posible lectura de La cinta blanca, de Michael Haneke.

La peli comienza con una voz en off, una persona mayor, advirtiendo que no todos lo hechos a ser relatados pueden ser verdaderos, que hay cosas que sólo han sido escuchadas, y que aún mucho tiempo después, quedaron algunas preguntas sin respuesta. Sugiere - la voz - que tal vez esos sucesos podrían esclarecer los acontecimientos que viviría el país (Alemania) mas adelante. Relato de relatos: la voz en off, el blanco y negro y la duda sobre la veracidad de lo que se va a contar provocan una suerte de distanciamiento que hacen del filme un particular dispositivo crítico.

La sinopsis nos habla de un pueblo al norte de Alemania, entre 1913 y 1914, una comunidad rural en donde el tiempo se mide a través de las estaciones, los momentos de cosecha y los rituales religiosos. Una serie de extraños sucesos rompen la aparente tranquilidad de la vida aldeana poniendo en evidencia la violencia que permanecía oculta en ese bucólico pueblo rural. La voz del maestro del pueblo nos cuenta la historia en donde el pastor religioso, el barón y su familia, el doctor son los referentes de una sociedad jerarquizada de carácter intensamente feudal, patriarcal y autoritaria. Suerte de tipos ideales, los personajes, prefiguran relaciones sociales y culturales imbricadas en las prácticas cotidianas.



Es en ese marco donde Michael Haneke nos invita a profundizar, dejándonos gran parte del trabajo interpretativo a nosotros espectadores, sobre como a través de las prácticas sociales se encarna en los sujetos no sólo la formulación de la norma sino su aplicación práctica. Hace unos años atrás, el sociólogo Pierre Bourdieu, recuperó para el lenguaje de las ciencias sociales la idea de la doxa. La doxa era, en la historia de la filosofía, aquellas opiniones que, indiscutibles, se daban por ciertas. Una primera, y casi primaria, opinión sobre las cosas. Bourdieu la incorpora al esquema conceptual de los campos sociales y el hábitus. Lo que quería interpretar el sociólogo es aquello que en otros teóricos sociales aparecía bajo el nombre de ideología. Es decir, como opera (y, anteriormente, como definimos) las percepciones que de la sociedad y de nuestras relaciones con nosotros y los otros, tenemos. Conceptos como los de “falsa conciencia” – qué según el pícaro comentario de Stuart Hall siempre la tienen los otros -; o de ideología como falsedad concientemente construida; o, anticipando a Bourdieu, como la relación imaginaria (eterna y ahistórica) de los sujetos con la sociedad que desarrolló Louis Althusser. Para Bourdieu el campo social (los campos) son una suerte de estructura de relaciones objetivas en donde la agencia de individuos y grupos luchan (material y simbólicamente) por detentar el poder sobre el capital que dicho campo produce. La doxa son las creencias y prácticas sociales que se dan por naturales en cada campo. Si bien se desconocen sus fundamentaciones, aparecen como adecuadas sus formas de procedencia. El hábitus es la internalización de esas disposiciones y esquemas de percepción que se crean y se reproducen en la práctica cotidiana.

En la cinta blanca, cinta que se pone a los niños para recordarles el carácter puro e inocente que deben tener ante la vida cuando cometen una falta, es el castigo la doxa que atraviesa la vida de la aldea. Castigos físicos, corporales y castigos simbólicos que operan con una crueldad que marcan las vidas de quienes los sufren como una palpable y evidente cicatriz. Diversas formas tiene el castigo de expresarse en la película de Haneke: feudalismo, religión, autoritarismo, hipocresía cubriendo (y creando) un mundo de deseos que se metabolizan en prácticas violentas. La educación de los niños (y de los adultos) es el eje por donde se encarna el poder disciplinador del castigo y su reproducción. No hay aquí castigo basado en la norma racional del derecho (es decir en una de las doxas de la modernidad), sino que el castigo proviene de la tradición, de la religión. Y esa forma, ese esquema de acción práctica, es releído, reinterpretado, en su futura reproducción. Todavía – y esto se explicita hacia el final de la película – no se había escuchado la palabra guerra.



En el blog de la psicoanalista Daniela Aparicio (http://danielaaparicio.wordpress.com/2010/01/25/la-cinta-blanca-de-michael-haneke/) se desarrolla una interesante interpretación ligada a los imperativos “universales” de la (racionales) y los imperativos del goce, y de cómo, en su relación, pueden explicar el rostro sádico de la moral universal. El tema aparece, a mi modo de ver en el pensamiento absoluto y la violencia que se genera en el discurso de la verdad inapelable. Y eso, está en la producción simbólica y en la construcción de sentido que abreva en la lógica de un dios castigador y, bien podría decir, psicopatero.

Se deriva, de la interpretación anterior, una suerte de reflexión moral. Una incómoda reflexión que se aleja de los parámetros bienpensantes de la sociedad moderna. No hay redención, así como tampoco punto final. Sólo es posible pensar, que, en una de las tantas recreaciones o interpretaciones, el mundo pueda cambiar. No parece tan evidente. Como en el corazón de las tinieblas se escucha, se percibe, la voz de Kurtz (el de Conrad, el de Cóppola) diciendo: “El horror, el horror…”
Café Azar
Posadas, 2 de abril de 2010. -

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dan ganas de ver la peli, pero ¿de qué dirección
web se baja traducida? Chas gracias......
Liviana Divaga

Mario Arkus dijo...

¡Justo la están pasando en el cine de mi casa!
Nada más hay que reservar la entrada un rato antes. (Incluye cena completa) :-DDD

Anónimo dijo...

Gracias, nuevamente, será Ud. tenido en cuenta
por su amabilidad (=recurso aprendido en las comedias de la vida, ante el gesto tan generoso, no?).

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