CARNAVAL ES CARNAVAL



El domingo fui a Villa Blosset a ver su afamado carnaval.
Bajo las banderitas triangulares desfilaban sobre la calle pintada de blanco las comparsas provenientes de distintos barrios de Posadas. Muchos chicos de familias desplazadas por Yacyretá y de otras procedencias avanzaban al son de los tambores. Cuerpos semidesnudos con tocados egipcios y plumas de la zona.
Infantiles caderas cimbreantes y algunas más adolescentes pero de edad.
Típica comparsa con aire de arrabal brasilero, es decir Misionero.
De fondo el Parána, calor y humedad.
A la vista sobre la Costanera los restos del acto de celebración del llenado del embalse a su máxima cota y del recital de Fito, es decir las pancartas partidarias de la Renovación.
En la vereda y sobre algunas gradas el público acompañaba con sonrisas, palmas y aliento a las comparsas.
Los chicos, aerosol en mano, tiraban espuma nieve a las chicas que se paseaban.
Es carnaval y la tradición, vaya a saber desde cuando, obliga a mojarlas o, ahora, en virtud de estos aerosoles, espumarlas.
Mientras miraba como uno más del público la escena en su conjunto, fui testigo de un episodio menor, de un detalle de la fiesta, un enunciado suelto de ese fragmento discursivo que es la fiesta en sí al decir de algunos antropólogos interpretativistas.
El hecho al que refiero ocurrió frente a mí, por cierto no sé si otros de los que me rodeaban percibieron la reacción de la rubia que estaba al lado mío: Se dio vuelta intempestivamente e increpó un tanto airada a un gurisito que con mala puntería le refrescó la espalda a ella y no a la chica que pasó ligerito.
¿Y vieron como es esto del aleteo de una mariposa? Unas gotas de espuma en una espalda desprevenida, puede mover iras en cadena… Vaya a saber uno ahora los trágicos hechos que se sucedieron en el mundo luego de este episodio.
Quizás está mala onda energética producida a la vera del lago de Yacyretá quedó circunscripta a esta región. Hasta donde puedo atestiguar porque yo estaba ahí sucedió esto que les cuento:
Al lado del niño travieso, reprendido; una mujer joven, bajita y enérgica se dirigió, con actitud firme y de combate, a la rubia alterada diciendo:
“Pará!!!, pará!!!, pará!!!! Te desubicaste!!! Éste es mi hijo, ¿sabes? …. Carnaval es carnaval.”
Esta tautológica declaración de principios pareció ser más que convincente.
La rubia se alejó cabizbaja, sin emitir sonido, como avergonzada por no haber comprendido el sentido iluminado por aquel escueto y taxativo argumento. O quizás, cómo con la cola entre las patas. Acobarda , por la actitud de la fierita que la enfrentó en defensa del territorio de la alegría , con energía positiva.

Hernán Cazzaniga

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Che lo de Japón... ¿no tendrá que ver con el aleteo de la rubia??????

Publicar un comentario